El concejo de Ponga recibió ayer la triste noticia del fallecimiento de uno de sus vecinos más queridos e ilustres, Herminio Llamazales Díaz, que hubiera cumplido 103 años el próximo 15 de abril. Su corazón dejó de latir ayer en el hospital de Cabueñes (Gijón), donde llevaba días ingresado tras la complicación de una neumonía.

Con la muerte de Llamazales se queda huérfana la localidad pongueta de Casielles, únicamente habitada ya por sus descendientes. Allí trabó Herminio profunda amistad con numerosos montañeros, a quienes mostraba las rutas más antiguas de los Beyos. "No los dejaba marchar sin tomar un café o un culín de sidra", destacan sus familiares, que describen al más que centenario como un hombre bueno, cariñoso y afable.

Entre quienes mostraron su pesar por la pérdida se encuentra la alcaldesa de Ponga, la socialista Marta María Alonso. "Se me va un referente, un paisano de los pies a la cabeza, que supo demostrarme su cariño sincero", apuntó la regidora. "Te has ido con más de cien años pero tu recuerdo estará presenta mucho más, es lo que tiene la grandeza de las personas", afirmó.

El "güelu" de Ponga nació en Tolivia en 1915. De joven se trasladó a vivir a Casielles con su Esposa Florentina, fallecida hace ocho años, y los cuatro hijos que tenían entonces porque allí había escuela. La pareja acabó teniendo once descendientes, aunque uno murió de bebé, víctima de sarampión.

El centenario tuvo una infancia dura de trabajo y apenas sobrepasada la veintena se encontró con la Guerra Civil, que le llevó hasta La Coruña, donde cayó herido por lo que permaneció tres años en el hospital. Una vez recuperado retornó a su tierra, se casó con su prima carnal Florentina y formó familia. Sacarla adelante no fue fácil en una aldea en la que no había luz, agua ni carretera, pero sí un paisaje espectacular del que estuvo enamorado hasta el final de su vida. Comer poco y trabajar duramente en el campo era, según contó en LA NUEVA ESPAÑA, el secreto de su bien llevada longevidad.