La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Masones en la biblioteca

Manuel del Campo descifra las claves de la historia del Casino de Llanes

Masones en la biblioteca

Los orígenes de la biblioteca del Casino de Llanes no se pueden desligar del papel jugado en 1882 y 1883 por una burguesía reformista, entre la que figuraban indianos, profesores del Colegio de la Encarnación y algún masón, según explicó el otro día en la Casa de Cultura llanisca el investigador Manuel del Campo Cabezas de Herrera (Oviedo, 1983), miembro del servicio bibliotecario de la Universidad de Cambridge. En su intervención, titulada "Una biblioteca popular en un casino burgués", el conferenciante penetró en la trastienda de un asunto poco estudiado hasta ahora.

La del Casino había sido la primera biblioteca popular de Llanes y su génesis en 1884 se alejaba del tipo de biblioteca predominante en la Asturias del último cuarto del siglo XIX, vinculada, por lo común, a asociaciones obreras. Fue un proyecto que contó con entusiastas colaboradores. Uno de ellos fue Ramón de la Huerta Posada, un "poeta ramplón", a juicio del severo cronista Fernando Carrera Díaz Ibargüen, que donaría una cantidad de libros y haría eficaces gestiones ante el Ministerio de Fomento. Tiempo después, en 1897, la Sociedad Obrera "El Porvenir" formaría su propia biblioteca, cuyos fondos pasarían después a la Biblioteca Popular Circulante (1920-1931), y en 1932, el Círculo Republicano, establecido en la denominada Casa de Babilonia, junto a la plaza de Santa Ana, se ocuparía, bajo la presidencia del arquitecto socialista Joaquín Ortiz García, de reunir sus propios fondos bibliográficos y poner en servicio una biblioteca itinerante.

Los masones, por un lado, y los recurrentes tiras y aflojas a favor o en contra del carácter público de la biblioteca, por otro, se hicieron presentes desde el principio. En su libro "La masonería del Oriente de Asturias, siglos XVIII-XX", el historiador (y masón, al propio tiempo) Víctor Guerra García nos habla de dos hombres de acusado perfil: uno, el indiano Gabriel Junco y Junco, presidente del Casino de Llanes en 1882, de quien Fernando de Alós y Dolores Duque de Estrada, en su obra "Emigración en el Oriente de Asturias (1845-1860) y genealogías de indianos", revelan que era natural de la villa y que había emigrado a Cuba en 1846, a los quince años, a bordo del bergantín "Peña Castillo". Junco se haría rico y francmasón y llegaría a convertirse en Gran Maestre de la Gran Logia de Cuba. El otro personaje que nos llama la atención es Manuel Toledo y Benito, funcionario del Cuerpo de Telégrafos, destinado en Llanes, tesorero en la junta directiva del Casino, grado 30 de una logia y fundador y propietario de "El Oriente de Asturias" en 1885, en la segunda etapa de este semanario. (De la condición de francmasón de Toledo, por cierto, no hace mención alguna Manuel Maya Conde en la pequeña biografía que le dedica en el libro "Llaniscos de la A a la Z").

Aunque a trancas y barrancas, los ideales masónicos y las ilusiones de varios indianos benefactores en pro de elevar y extender la cultura del pueblo consiguieron que la biblioteca del Casino estuviera abierta a los no socios desde 1884 y hasta 1911. Pero fue sólo un espejismo, un ejercicio voluntarista lastrado por la oposición de los socios más aferrados al inmovilismo y al elitismo. En la práctica, esa bienintencionada iniciativa sirvió para muy poco, como se desprende de un editorial publicado en 1894 en "El Correo de Llanes": "¿Dónde están esos relojeros, pintores, destajistas, canteros y carpinteros tan aficionados a la lectura? ¿Dónde se meten? ¿Por qué nadie los encuentra en la Biblioteca?", se preguntaba el editorialista.

http://higiniodelriollanes.blogspot.com.es

Compartir el artículo

stats