"La mayoría de los franceses no hablan español ni muchos de nosotros francés, pero es juntarnos todos y no se sabe muy bien cómo, pero nos comunicamos sin problema alguno", dice Kety González, una de las grandes impulsoras del encuentro anual entre la localidad llanisca de Barru y su homónima de Francia, ubicada en el distrito de Angouleme, en Charente. Ambos pueblos están separados por 684 kilómetros. Han pasado veintitrés años desde la primera vez que se celebró el encuentro y, los lazos entre los vecinos de ambas localidades, son cada vez más fuertes. "Somos como hermanos", repiten unos y otros.

Pierre Valade es el alma máter de la fiesta. "Tengo una amiga que hacía un viaje a Portugal y pasó por aquí. Me dijo que había un pueblo que se llamaba Barru y vine a verlo", explicaba ayer. Corría el año 1992 cuando Pierre Valade pisó tierras llaniscas por vez primera y ponía las bases de un hermanamiento que se produjo por primera vez en 1995. "Es un lugar muy agradable aunque el agua está un poco fría", dice entre risas. Califica a los vecinos de la localidad llanisca como "mi familia y mucho más que amigos".

Kety González, en un perfecto francés, hace las veces de intérprete oficial. "La amistad que hemos construido durante todos estos años es muy fuerte", dice.

José Dupois, alcalde del Barro francés, no falta al encuentro desde 2012. "Me gusta la gente que hay aquí, la amistad y la fraternidad que tenemos entre todos. Parece milagroso todo esto y los fuertes lazos de unidad que tenemos", dice.

El encuentro entre barrucanos tendrá esta noche su punto culminante con una cena en la Casa Concejo y un intercambio de presentes que finalizará con todos ellos cantado el "Asturias patria querida" al unísono.