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"Después de 36 años de servicio me quedo con la cercanía de la gente"

El policía local llanisco José Galán Sánchez cuelga el uniforme; "regular el tráfico es lo que más me gustaba hacer", destaca

José Galán Sánchez, delante de la oficina de la Policía Local, ayer. EMILIO G. CEA

Uno de los rostros más conocidos y apreciados de la Policía Local de Llanes cuelga el uniforme. Después de 36 años de servicio en el cuerpo armado, el pasado martes, con 65 años recién cumplidos y la satisfacción del trabajo bien hecho, se ha jubilado José Galán Sánchez.

Galán a secas, como es conocido, persona seria y de pocas palabras pero de sentencias claras y concisas, hizo de su pasión su profesión. "Muy poca gente sabe que estoy jubilado desde el día 30. La primera persona a la que se lo dije fue al Alcalde de Llanes y a la teniente de alcalde, creo que era mi deber", cuenta. La jubilación le pilló por sorpresa. "Fui al Instituto Nacional de la Seguridad Social hace unos días y me dijeron que ya cumplía los requisitos. Necesité dos días para asimilarlo. Pensaba que hasta octubre no me tocaba", dice.

Tras trabajar en la hostelería, en una tienda de electrodomésticos, como operador de cine en el recordado Cinemar y en la oficina de Correos dando vacaciones, aprobó las oposiciones a la Policía Local de Llanes con el rango de subinspector, "antes cabo", subraya. Fue el máximo responsable de la Policía llanisca entre 1982 y 1992. Dámaso Marcos, Antonio Galguera, Antonio Mijares, Ángel Martín, Ramón Amieva y Benedicto Alonso fueron sus primeros compañeros. Antes, en 1978, junto a Octavio Ruiz-Capillas Rodríguez, puso en marcha la Banda de Cornetas y Tambores, un colectivo de chavales que hacían las veces de guardias de tráfico. En ese momento, le entró el gusanillo del orden público.

La citada banda y los adolescentes dirigiendo el tráfico en la villa a comienzos de los años 80 es una estampa aún hoy evocada por muchos. Un recuerdo amable de un Llanes que por aquellas fechas empezaba a darse cuenta que aquello de la llegada de turistas por los veranos podía ser un buen negocio. "Lo dejé en 1985 siendo ya Policía Local, pues mi mujer me dio un ultimátum. Compatibilizaba a la vez ambas cosas con el trabajo en el Cinemar", sostiene entre risas.

"La primera vez que entré a la oficina de la Policía Local había un fluorescente medio colgando y goteras. El entonces alcalde, José Enrique Rozas Guijarro, nos dio 60.000 pesetas para mejorar las instalaciones", recuerda. Fueron los propios agentes con sus conocimientos en albañilería o carpintería quienes se encargaron de la obra. "La gente y los comercios nos donaron muchas cosas, como un sofá, muebles y otros materiales", añade. Es, precisamente, el trato con los vecinos lo que, asegura, más echará en falta. "El mejor recuerdo es la cercanía de la gente y el agradecimiento que te dan por la colaboración prestada cuando les ayudas en lo que sea. También el apoyo que me ha dado mi familia", dice. De las malas experiencias, que también las ha tenido, prefiere no hablar. "Soy una persona positiva. Prefiero quedarme con lo bueno", sostiene.

Anécdotas dice tener tantas como para escribir un libro. Muchas de ellas, ya jubilado, prefiere no contarlas. Su carácter reservado se lo impide. La vez en que un detenido en los viejos calabozos del Ayuntamiento intentó fingir un suicidio para escaparse es una de ellas.

Regular el tráfico era su pasión. Un cuadro con pose regia y firme dando paso a los coches delante del Ayuntamiento cuelga desde hace años en su casa. "Era lo que más me gustaba hacer", recalca. La vorágine de los veranos llaniscos, cuando la arteria principal era de doble sentido, suponía una prueba de fuego. A su cargo tenía a los auxiliares que se contrataban para esta función. Muchos de ellos trabajan ahora en otros municipios.

A partir de ahora se ocupará del cuidado de cinco gallinas, dos gatos y un perro, de su huerta, y empleará más tiempo del que ya destinaba estando en activo a colaborar con el Radio Club Escudería Villa de Llanes y el Club Vespa Llanes. Todo ello con el debido orden, claro.

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