Diecisiete personas participaron ayer en Cangas de Onís en un curso para obtener el título de juez calificador de la raza asturiana de la montaña. La jornada, organizada por la Asociación de criadores Aseamo, incluyó una charla teórica, para conocer los defectos y virtudes de los animales, y una parte práctica, en la que los asistentes puntuaron la morfología de varios ejemplares presentados por secciones, tal y como se hace en cualquier concurso de ganado casín real.

La mayoría de participantes eran jóvenes ganaderos de la zona, entre los que se encontraba Manuel Somoano, de 17 años, el benjamín del grupo. Fue su madre, Mari Carmen Allende, única jueza de la raza asturiana de la montaña habilitada, quien lo animó a participar en el curso. "El saber no ocupa lugar. Siempre le digo que la formación es muy importante", apuntó Allende, quien obtuvo el título hace dos décadas en Avilés y regenta una explotación de doscientas reses en Santianes d'Ola. "A la hora de clasificar hay que dejarse llevar por los instintos y buscar una vaca elegante, femenina", apuntó.

Entre los asistentes al curso figuraba ayer una mujer, la parraguesa María Rosa Tárano, que, de aprobar -los resultados se conocerán en un par de semanas-, se convertiría en la segunda jueza de la raza casina. "Me gustan los animales y todo lo que sea aumentar el conocimiento sobre una raza autóctona e interesante", dijo esta vecina de Fresnidiellu. Los futuros jueces se encargarán de supervisar la mejora genética de la raza y de seleccionar los mejores animales para que transmitan a la siguiente generación las características determinantes de la raza.