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El pavo blanco "Rodolfo", mascota de Ques

"Normal que no quiera marchar de un pueblu tan guapu", bromean los vecinos, revolucionados por el ave que a diario pasea por sus calles

El pavo blanco "Rodolfo", mascota de Ques

Cuando Inés Crespo, vecina de Ques (Piloña), se dio cuenta de que las gallinas de un vecino se mostraban alborotadas en la tarde del martes pensó que el raposu había intentado merendarse alguna. Tras el sobresalto inicial, un segundo vistazo le permitió comprobar que la causa real del desasosiego se debía a la presencia de un pavo real blanco. El ave había encontrado un refugio en la ventana de la casa de su hijo Pablo Sánchez ubicada frente al gallinero, y ya no quiso marcharse.

El animal pronto hizo las delicias de sus nietos más pequeños, Marco y Enol Álvarez, de 7 y 3 años de edad, que lo bautizaron como "Rodolfo" pese a que los adultos defienden que el ejemplar es en realidad una hembra. La abuela pidió a los niños que no se encariñaran demasiado con "Rodolfo", porque seguramente su dueño lo estaría buscando. Además su otra nieta Laura Sánchez llamó a las autoridades competentes para que se hicieran cargo del pavo, una variedad doméstica.

El Seprona le indicó que era cosa de la Consejería y en el Principado le pidieron que llamara al Ayuntamiento: "Rodolfo" tenía una anilla en la pata izquierda y al no tratarse de fauna salvaje quedaba fuera de sus competencias. Tras varias gestiones la Concejala de Cultura, Viri Iglesias, se enteró de que el propietario del ave es un vecino de la localidad piloñesa de Candanéu que pasaba el día fuera por motivos de trabajo. Un amigo del dueño intentó ayer sin éxito capturar al ejemplar, que en cuanto se le acercan bate las alas en señal de que no quiere abandonar Ques. "Al intentar cogerlo se escapó por ahí pero a las dos horas ya estaba de vuelta en el alféizar de la ventana. Yo creo que es porque ve su reflejo y no se siente tan solo. Lo peor es que hay que dejarla cerrada para que no se cuele en casa", apuntó Laura Sánchez.

La noticia de que hay un nuevo inquilino en Ques, donde apenas quedan doce casas habitadas, corrió como la pólvora. "Normal que no quiera marchar de un pueblo tan guapu", apuntan los residentes, encantados con la nueva mascota.

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