Marta PÉREZ /

Pablo GONZÁLEZ

«En el hospital me decían que si me llega a coger bien igual me deja paralítica o algo peor. La verdad es que hasta ese momento no lo había pensado». Julia Bango, de 21 años, se salvó la madrugada del pasado lunes de engrosar la lista de muertes por violencia de género. Su ex pareja, Juan Ramón de la Fuente, un ovetense de 46 años, trató de arrollarla con una furgoneta autocaravana pasadas las 0.30 del domingo al lunes en la calle Molín de la Casuca, en el barrio de La Corredoria. Sobre el agresor pesaba una orden de alejamiento y hoy iba a comenzar horas de servicios a la comunidad en el centro social de La Ería.

Minutos antes del intento de homicidio Julia Bango regresaba de cenar con su madre y sus dos hijos (una niña de 20 meses y un niño de 8 meses) de una gran superficie comercial cercana a su domicilio. «Dejé a los niños con mi madre y me fui a ver a un amigo que tengo unas calles más allá», relata. «Comenzó a hacerme llamadas perdidas al móvil. Lo acabé llamando y me convenció para quedar. Quería recoger unas cosas que tenía en mi casa. Le dije que sí, pero que me devolviera las llaves del piso y las pinzas del cordón umbilical de los niños», prosigue. En ese momento, y según Julia, «dio marcha atrás, cogió velocidad, me enganchó con la cabina de la autocaravana y salió pitando».

Dos vecinos ayudaron a la joven. En ese instante llegó la Policía Nacional. Luego una ambulancia la trasladó al Hospital Central. Mientras, desde la ventana de casa su madre, Berta Fernández, lo vio casi todo. «Poco antes del atropello lo había visto con la autocaravana y llamé a la Policía», explicaba. Ya en el hospital comienza la segunda parte de la historia. «Oí cómo una enfermera decía el nombre de ese desalmado. Llamé a la Policía», apunta Berta Fernández. Y es que el agresor fue detenido a pocos metros de su víctima tras acudir al hospital para ser atendido por un ataque de ansiedad. «Temía que iba a pasar algo así», abunda.

Con De la Fuente a la espera de pasar hoy a disposición judicial, mientras espera en los calabozos de la Comisaría de Oviedo acusado de intento de homicidio en grado de tentativa y malos tratos, Julia Bango se fue para casa con unos cuantos golpes y un problema de cervicales. «No es nada. Lo doy por bueno si es la última que me lo hace», explicaba sentada en el salón de su domicilio, rodeada por su madre, su hermana de 17 años y sus dos hijos. Tras estas palabras se esconde un cúmulo de desagravios, humillaciones y maltrato. ¿Pero cómo llegan a entrar en contacto y entablar una relación dos personas que se llevan veinticinco años de diferencia? «Nos conocimos en 2005 en las fiestas de Corvera. Me llevó con él a Benidorm y al mes estábamos viviendo juntos en un piso que tenía en La Bolgachina», explica la víctima. «En aquella época era una persona maravillosa. Me engañó como a una imbécil», dice. Todo se torció en enero de 2006, cuando ya estaba embarazada de cuatro meses. «Él tenía una amiga en Gijón que arreglaba bodas con nigerianos. Se iba a casar con una, pero falló en las preguntas y lo pillaron», afirma.

«Le quería y como necesitábamos el dinero acepté casarme yo. Se quedó con los 2.500 euros que le dieron y ni yo ni los niños vimos nada. Discutimos, le di un bofetón, me hizo una llave con el brazo agarrándome el cuello y me estropeó las cervicales. Luego me echó de casa», prosigue. Llegó la primera denuncia por malos tratos y una orden de alejamiento. Habría una segunda, acompañada de seis rupturas y reconciliaciones consecutivas y un traslado a un piso de alquiler en La Corredoria. En una de ellas, en octubre de 2007, el agresor reconoció a sus dos hijos en común. Al final Julia dice que «seguía con él por los niños, que es lo único bueno que me ha dejado. Yo no he tenido abuelos y quería que mis hijos supieran lo que es sentir esa sensación. Además, el padre de sangre es el padre de sangre, eso no lo puede cambiar nadie».

A pesar todo, De la Fuente no tenía prohibida la entrada en casa para ver a los niños. Cuando no lo hacía «estaba detrás de la puerta de la casa escuchando. Ya no podía entrar porque cambiamos la cerradura». No hace mucho el agresor compró la autocaravana con la que trató de matarla. «Desde entonces se pasaba muchas noches durmiendo con la caravana frente al portal». «No lo quiero volver a ver. Ojalá se pudra en la cárcel». Según su ex novia, De la Fuente hace unos años fue herido en Urbiés (Mieres) por un disparo del párroco, cuando se supone que trataba de robar en la iglesia. Aquello le reportó una buena indemnización.