Las declaraciones de los peritos dejaron entrever comportamientos escalofriantes por parte de José Carlos Augusto Braga. Según manifestaron los psicólogos que declararon ante el jurado, el acusado dejó su trabajo durante cinco meses para poder controlar de cerca los movimientos de su esposa. Estaba obsesionado con una posible infidelidad, con que su mujer le engañaba con otro hombre, y así podía asegurarse de qué hacía ella en cada momento y con quién. Esta obsesión, en cambio, no llegaba a alterar su capacidad de entender. Los psicólogos mantienen que el hombre había tomado días atrás la decisión de agredir a Isaura. «No lo consideramos un acto irreflexivo; existió voluntad y preparación, una cierta premeditación, no fue algo fruto del momento», aseguraron.