Hoy celebramos el Día del Libro, en el aniversario de la muerte (¿o sepelio?) de Cervantes, la de Fernando de Rojas (ambos según el calendario gregoriano) y la de Shakespeare (según el juliano). Un día luctuoso, pues, que nos reunirá a las siete en el hotel España con nuestras trece bibliotecarias, subcontratadas por el Ayuntamiento y con relación laboral directa con éste, despedidas por la brava, sin despedidas. ¿Tenía que reducir gastos la concejalía? Es la excusa. Pretenden reducir a las personas que organizan reuniones sospechosas en torno a los libros, y reducir a los turbios escritores que confabulan con sus clientes, y reducir a la mínima expresión a los partidarios de Cervantes, de Rojas y de Shakespeare. Hoy estamos de luto. ¿Cuál será el siguiente paso? El municipal, hacer de los libros pasta; el nuestro, exigir consideración y no esperar a que llueva misericordia.