Lee Spievak metió un dedo de la mano entre hélices y perdió la falangeta; Stephen Badylak, de la Universidad de Pittsburgh, aplicó sobre el dedo cercenado polvos mágicos, «matriz extracelular», que proviene del raspado de células de gocho, y, lejos de cicatrizar, regeneró los tejidos: en cuatro semanas recuperó su tercera falange, con uña y todo, sin pezuña. Alguien encontró la falangeta perdida de Lee, la envió al doctor Badylak, que aplicó más polvos, y en lo que va de primavera ha brotado el resto de la mano, el brazo y otro Lee Spievak completo. Qué extraordinaria es nuestra memoria genética, y generosa, si era polvo de gocho. De intento similar y virtual sobre la parcela del Vasco brotaron trillizas desplomadas, la metástasis de Buenavista es evidente; en San Lázaro, taza y media, atinan en la Fábrica de Gas, la pólvora de la Vega está en remojo...