La merienda de fraternidad que cada año efectúan las antiguas alumnas ovetenses del Colegio de la Asunción adquirió, en la presente oportunidad, un significado especial al coincidir el encuentro con la celebración del centenario del colegio. A tal efecto, en la tarde del jueves, se reunieron en los salones del Club de Tenis unas 50 participantes, entre las que se hallaba la presidenta nacional de la Asociación de Antiguas Alumnas, la asturiana Cuca Trelles.

El ambiente de alegría y compañerismo que siempre ha reinado en esta clase de encuentros inexcusablemente señala una pregunta: ¿qué ha dejado en las alumnas de la Asunción el paso por el colegio para que, transcurridas incluso varias décadas, no se haya perdido aquella impronta de amistad, camaradería y buenos recuerdos? Es el espíritu de la Asunción, hubo quien dijo, un sello que no se repite en ninguna otra orden educativa con la misma fuerza y fervor y que «hace de nosotras una gran familia». Si además se considera que todas las ex alumnas de Oviedo vivieron el colegio en régimen de internado, la lealtad adquiere doble mérito. «Fuimos muy felices», se oía repetir, «no hemos sufrido ninguna clase de trauma, sino por el contrario valorábamos con especial alegría las visitas de nuestros padres». Alguien recordó, en las breves salidas dominicales en compañía de la familia, aquellos aperitivos en el bar Pío y su deliciosa ensaladilla rusa. La Asociación de Antiguas Alumnas de Oviedo, que llegó a reunir a 150, inevitablemente ha ido descendiendo hasta 90; los años pasan, los trabajos o las circunstancias familiares obligan el traslado de residencia, y de otro el internado al desaparecer impide la renovación.

Oviedo, el jueves, no sólo convocó a antiguas de la capital, sino a algunas procedentes de Avilés, Villaviciosa, Luarca, Infiesto, Mieres, Ribadesella... Incluso a varias gijonesas que por matrimonio o profesión hubieron de abandonar su villa; es el caso de Mari Pepa Juliana Alvaré, Miti y Elisa Riva Rato, Covadonga Forcén, Luisa Fernanda Díaz, Luisa María Cienfuegos-Jovellanos, Ana García Prendes Pando, Asunción Soto Buznego, Mariví Fernández-Argüelles o Loli Lozana, hija de Ramón Lozana, el inolvidable traumatólogo del Sporting, entre otras aplicaciones. Por cierto, ésta última, Loli Lozana, junto a Carmen Lavandera, ambas compañeras de curso de Margarita Salas, acaba de asistir en Nueva York y Washington al ingreso de nuestra eminente investigadora en la Academia de Ciencias de Estados Unidos. Circunstancia solemnísima e importante que ha vuelto a colocar en primer plano la candidatura de Margarita Salas entre los aspirantes a recibir el premio «Príncipe de Asturias» de las Ciencias. Si a todo ello se añade que la actual ministra de Ciencia e Información, Cristina Garmendia, ha sido alumna de Margarita Salas en las especialidades de Biomedicina y Biofarmacia, las esperanzas renacen.

Chocolate con churros, pastelillos, sándwiches... Y, al fondo, un gran proyecto que goza de enorme respuesta, el Club de Amigos de la Asunción, organizado e integrado por laicos que intentan perpetuar y difundir el ideario y los valores de la Asunción sin necesidad de haber sido alumnos del colegio. Este movimiento tuvo su origen en ciertas misiones de África y Centroamérica, donde al faltar las religiosas los propios nativos asumieron sus responsabilidades. En España, el grupo más importante dentro de este club, es el de Tenerife, que efectúa una magnifica labor social, aunque todos, tras la canonización de la fundadora, Santa María Eugenia Milleret, han experimentado un sensible crecimiento.