Elena CASERO

El Juzgado de instrucción n.º 4 de Oviedo ha condenado a una vecina del número 45 de Fuertes Acevedo a abandonar su domicilio, además de no poder acercarse a menos de 500 metros del mismo, ni tener contacto con sus vecinos durante los próximos seis meses, a causa de las vejaciones a las que los ha tenido sometidos a lo largo de los últimos meses.

El pasado mes de noviembre, la pareja sentimental de esta mujer alquiló un piso en la segunda planta de la calle Fuertes Acevedo, n.º 45, y desde que se instalaron, los vecinos estuvieron recibiendo insultos y amenazas por parte de la mujer, «especialmente la vecina del 2.º I», comentan varios de los denunciantes, del calibre de «puta», o «os voy a matar, os voy a rajar», o incluso pintadas en la puerta. «El ataque era continuo, ella no nos dejaba tranquilos, y él no decía nada, pero es que llegaba siempre borracho, con unas moñas increíbles».

La situación fue tal que los vecinos decidieron ponerse en contacto con el dueño del inmueble, que según ellos, se lavó las manos y declaró que «mientras me paguen, no hay problema». Viendo que por esta vía no solucionaban nada, y que la agresividad de la mujer iba en aumento en proporción con el temor del vecindario, llamaron a la Policía para que se personarse en el inmueble, «y esta chica intentó pegar a uno de los policías», lo que inclinó a a los vecinos, y al agente agredido, a presentar una denuncia ante el juez.

Pero el fallo judicial no ha sido suficiente, señalan los vecinos, quienes aseguran que la joven sigue residiendo en el edificio. «Ya no molesta ni insulta, pero ahora está escondida, él la tiene recogida. La pobre está sin dientes, hecha una piltrafa».

Aunque en un principio parecía que había acatado la decisión judicial, «a los quince o veinte días de conocerse vino con la Policía a recoger sus cosas», no tardó mucho en volver a alojarse con su compañero, «llegando a colarse en casa a las tres o cuatro de la mañana para que nadie la viera», afirman los vecinos, quienes aseguran que la joven actualmente «está en busca y captura. Ayer mismo vino la Secreta, y habló con ella por el telefonillo, pero cuando subieron a su casa no les abrió la puerta, y ellos, sin una orden, no pueden tirarla abajo».

Ya son tres los meses de sentencia que debería haber cumplido esta mujer, y aunque hasta ahora no ha habido problemas, los vecinos temen que si la Policía o la Justicia no actúan, «va a volver enseguida a las andadas. Es una joven que ya está fichada por muchas cosas. Tenía una hija que se la quitaron porque la pegaba, y que al final tuvo que recoger su madre para cuidarla; también tiene pendiente una condena de varios meses en la cárcel, y un montón de cosas más, en los Juzgados podrían contar cosas para llenar un periódico entero», afirman.

No son sólo los insultos y las amenazas lo que provoca el malestar de sus vecinos, aunque sí lo más grave. Los vecinos que presentaron la denuncia aseguran que esta pareja provocó algunos destrozos en el inmueble. Según los vecinos, «hace unos meses cambiamos la cerradura de todas las puertas, y como ellos no tenían aún las llaves, decidieron romper la cerradura de la suya, para poder entrar», una avería que aún hoy continúa sin resolverse, ya que, además de la cerradura rota, los jóvenes han habilitado una abertura en la parte inferior de la puerta de su domicilio, «para entrar cuando están borrachos o colocados, o cuando se les olvidan las llaves», afirman los denunciantes, que también recuerdan que en una ocasión «rompieron la puerta del portal, que acabamos de arreglar esta semana, y en otra ocasión la ventana de su casa, y tuvimos que llamar a la Policía».

Muchas son las «desventuras» vividas por este vecindario en los últimos meses. A pesar de la calma tensa que viven en la actualidad, aseguran que no podrán dormir tranquilos hasta que esta joven cumpla plenamente la orden del juez.

La sentencia, además de instarla a abandonar el domicilio de su compañero y a alejarse a 500 metros y no tener contacto durante al menos seis meses con los vecinos, «por una falta continuada de vejaciones», le obliga a pagar tres euros diarios durante veinte días, con un día de privación de libertad en caso de impago, que podrá cumplirse mediante localización permanente.

Asimismo, debido a su agresión al policía, la joven es condenada como «autora responsable de una falta contra el orden público, a la pena de treinta días de multa a razón de tres euros la cuota diaria, con idéntica responsabilidad subsidiaria en caso de impago».