David ORIHUELA

Manuel Rodríguez nació en Ibias, pero con 14 años se trasladó a Oviedo. Ahora es propietario de un conocido restaurante que lleva su nombre. En su afán por recuperar la tradición familiar de cultivar la tierra y de ofrecer productos de calidad a los clientes de su establecimiento, compró la finca «La Poliar» en el Carbayón, en la falda del Naranco.

Manuel Rodríguez acondicionó la finca como huerta. Plantó tomates, pimientos, lechugas, patatas y otros productos en la zona más soleada. Reservó unos metros a la sombra de un roble para las especias con las que condimentar los platos y en eso estaba el jueves por la tarde. Anteayer, antes de abrir el restaurante, el cocinero y agricultor fue a trabajar a la huerta. Estaba preparando el terreno para plantar las especias y, de pronto, la fesoria tropezó con un objeto duro. Metal contra metal. Manuel escarbó poco a poco y descubrió que se trataba de un proyectil, posiblemente de la guerra civil, algo que ayer por la mañana confirmó la Guardia Civil.

De inmediato Manuel Rodríguez dejó lo que estaba haciendo. «Me dio mucho respeto», reconoce. Y llamó a la Guardia Civil para informarles del hallazgo. Los agentes le dijeron que no manipulase el proyectil y así lo hizo.

Ayer por la mañana se trasladaron al lugar agentes del Instituto Armado, que señalizaron la zona y tras una primera inspección confirmaron que el proyectil estaba sin explosionar, por lo que informaron a los expertos en explosivos, que estaba previsto que acudiesen ayer a la zona para llevárselo.

Manuel Rodríguez no sabía exactamente qué era lo que había encontrado, pero sí estaba seguro de que era un resto del combate de la guerra civil que había permanecido más de 70 años entre la maleza, los robles y los castaños.

Los miembros de ARAMA -la Asociación para la Recuperación de la Arquitectura Militar Asturiana 1936-1937- están acostumbrados a este tipo de hallazgos. Uno de ellos explicó ayer que lo aparecido en el Carbayón se trata de un proyectil de un cañón de montaña con un calibre de 70 o 75 milímetros. La espoleta -la cabeza del proyectil- es del modelo Garrido 24, que solían fallar bastante. Así lo que encontró Manuel Rodríguez es un proyectil con toda su carga explosiva, que puede estar compuesta por pólvora negra o por trilita.

Por la zona en la que apareció el proyectil, en la falta del Naranco más cercana a La Florida, lo más probable es que se trate de munición del Ejército republicano disparado en cualquier momento desde el inicio de la contienda hasta octubre de 1937.

Esa zona del Naranco estaba controlada por los republicanos que asediaban Oviedo. Las últimas posiciones del Ejército nacional las marca en la actualidad un nido de ametralladoras que se conserva junto al nuevo Carlos Tartiere, a partir de ahí los republicanos establecieron una serie de círculos alrededor de la capital, en una de esas posiciones no explosionó el proyectil.