Decano del Colegio de Notarios de Oviedo, no se presentará a la reelección

David ORIHUELA

Decano del Colegio de Notarios de Oviedo, no se presentará a la reelección

Seis largos años como decano del Colegio de Notarios de Oviedo han dejado agotado a José Antonio Caicoya. Por eso no se presentará a la reelección el próximo mes de diciembre. Caicoya deja atrás una etapa en la que el sector de las notarías acometió un profundo cambio técnico y vivió marcado por el «boom» inmobiliario, hoy convertido en «desaceleración».

-¿Por qué ha decidido no presentarse de nuevo al cargo?

-Mi mandato era por tres años, prorrogables a otros tres. Ahora la normativa ha cambiado y desde hace un año los mandatos son de cuatro años y no hay límite en las reelecciones, pero mi tiempo se ha acabado, porque considero que me son de aplicación las normas antiguas, con las que yo accedí al decanato.

-¿Es un cargo muy exigente?

-Es agotador, un trabajo tremendo. Ha coincidido con una etapa de muchas modificaciones legislativas, y hemos afrontado un importantísimo cambio para informatizarnos. Ahora los notarios trabajamos más con el ordenador que con la pluma. Estamos conectados con todos los registros, con el catastro y muy pronto con Hacienda. Cada 15 días remitimos un informe por mail que es muy importante para el Gobierno. Además, tenemos importantísimas bases de datos de revocación de poderes, lo que nos ha solucionado muchos problemas.

-¿Cuáles?

-Las escrituras tenían dos talones de Aquiles. Por un lado, la falta de conocimiento actualizado del estado de las fincas, y, por otro, la revocación de poderes. Una persona con un poder revocado podía llegar al notario y si éste no conocía la revocación y esa persona tenía en su mano el poder notarial, podía llegarse a situaciones ilegales. El problema es que el Tribunal Supremo anuló la semana pasada algunos preceptos del nuevo reglamento notarial, entre ellos aquellos en los que se introducía esta novedad. Nos han echado atrás una herramienta muy importante.

-¿Cómo afectó a los notarios el «boom» inmobiliario y cómo les está afectando la crisis del ladrillo?

-El «boom» supuso un trabajo excesivo durante un tiempo, y ahora hemos llegado a un momento de crisis en que algunas notarías están teniendo problemas. A esto se suma la carga informática, que supuso también un aumento del volumen de trabajo, pero hemos llegado a un momento en que no hay tanto trabajo, y se hace difícil, porque no es filosofía de este cuerpo prescindir de empleados, y se están generando situaciones duras.

-¿Cómo se presenta el futuro?

-He asistido a cinco ciclos económicos, si bien es cierto que ninguno tan virulento como el actual, pero precisamente por eso, por ser tan profundo, también será más corto. Creo que dentro de un año y medio o quizás en menos, a mediados del año que viene, comenzará a aflojar la tensión económica. También es cierto que la crisis es más mediática y psicológica que real.

-¿Qué percepción tiene la sociedad de los notarios?

-Nos ven como seres extraños. Somos unos grandes desconocidos. Todo el mundo piensa que trabajamos muy poco y cobramos mucho, y eso no es real. Yo trabajo de ocho de la mañana a diez de la noche, y los servicios que más hacemos, como testamentos o poderes, no son caros, los clientes se sorprenden cuando ven el precio; pero al final, quien utiliza nuestros servicios queda muy satisfecho de la seguridad y la garantía que ofrecemos. Los notarios somos un instrumento muy útil para la sociedad. Todos hemos escuchado a alguien decir «te mando al notario» o «ya fui al notario», lo primero es una amenaza muy fuerte y lo segundo quiere decir que esa persona ha resuelto el problema que tenía.

-¿Cuál es la situación del Cuerpo de Notarios en Asturias?

-Es una balsa de aceite. No hay conflictividad entre compañeros, y eso es muy importante. La colaboración corporativa es muy buena. Nuestro nivel informático es superior a la media nacional.

-¿Cuáles son sus principales problemas?

-Tenemos problemas en algunos pueblos. Los notarios rurales deberían recibir un apoyo económico al menos durante el primero o los dos primeros años de trabajo. Hay muchos pueblos en los que sólo está el cura, el médico y el notario.

-Usted fue el notario más joven en lograr plaza en Oviedo. ¿Las oposiciones a notarías son duras?

-Durísimas. Además de opositor en su día, he sido preparador durante muchos años. Te das cuenta de que el cuerpo tiene una capacidad de adaptación increíble. Hay que estudiar durante nueve horas al día, para aprovechar ocho, seis días a la semana y yo calculo que una media de cinco años. Algunos notarios se dejan jirones psicológicos en el empeño. Recuerdo el caso de un opositor que tiroteó a los miembros del tribunal. Durante la preparación de las oposiciones tiene que ser una obsesión y yo no sólo tenía esa obsesión, sino también la imagen de mi padre.

-¿Merece la pena?

-Sí, porque te da una formación muy importante. Una vez me llamaron confesor laico, me pareció excesivo, pero es un orgullo.

-Además de su actividad profesional y del decanato participa en mil y una iniciativas: Fundación Príncipe, Comisión de la Memoria Histórica...

-Soy muy ovetense y me llena de orgullo formar parte de cosas que considero muy importantes para la ciudad. Me pidieron que participase en la Comisión de la Memoria Histórica, y lo hice lo mejor que pude, creo que aporté cosas desde el punto de vista jurídico, ya que, por desgracia, no soy historiador.