Las diferentes facetas de la canción francesa de finales del siglo XIX y principios del XX fueron la clave del recital que, el pasado jueves, inauguró el ciclo «Conciertos alrededor de» la 61.ª temporada de la Ópera de Oviedo. Dos voces de enjundia, la de la soprano Virginia Wagner y la del barítono Carlos Daza, hicieron las delicias de la afición a lo largo de un programa en el que se fundieron el aliciente vocal y el interés musicológico.

El formato recital, con el colchón pianístico de alto nivel a cargo de Borja Mariño, descubrió voces moldeables, con recursos para afrontar el repertorio liederístico más ambicioso. Las canciones de Poulenc, efervescentes y con variedad de articulaciones, abrieron la velada. El carácter del innovador Satie, que continuó el programa, fue logrado en su justa medida en obras de técnica compleja. Las composiciones de Fauré y Chausson acogieron otros momentos estelares del recital, que completaron las melodías acompañadas de Busser. En «Nanny», de Chausson, quedaron resumidas cualidades de Daza, como su proyección vocal y versatilidad de registro. En el caso de Wagner, destacó su paleta de colores vocales y un registro medio bien llevado. Fauré, de una calidez que envolvió a la grada, llevó al «do de pecho» un recital que, en torno a la ópera «Diálogos de Carmelitas», dejó gran sabor de boca como aperitivo de un ciclo que completarán dos recitales de altura. El primero será a cargo del barítono Simon Keenlyside y el pianista Malcolm Martineau, que actuarán en el Auditorio el miércoles, día 15 de octubre.