Marta PÉREZ

Lo llaman el hórreo de Pachín el de Facio y es el más antiguo de Bueño, datado a principios del siglo XVI. Al hórreo patrón de Bueño le siguieron otros cincuenta y dos graneros elevados. Fresas, patatas y arvejos. Cerezas y manzanilla. Bueño (Ribera de Arriba) se convirtió, con su vega fértil, en la despensa de Oviedo allá por los años cuarenta. Por sus calles embarradas corrían los cerdos y paseaban a sus anchas las vacas. El pueblo estaba cerrado con cercas para que el ganado no escapara. Las mujeres peleaban por un hueco para lavar en una de las dos fuentes del pueblo. Los chavales se cortaban el pelo por dos pesetas en la barbería de Quico y en el bar tienda El Colorado se servían menestras de categoría y buenos caracoles.

Las generaciones que siguieron a los hombres que construyeron los primeros hórreos de Bueño se han encargado de preservar el legado de sus antepasados, de manera que Bueño, con 60 casas y más de un centenar de habitantes, es en la actualidad la localidad asturiana con más densidad de hórreos: de los 53 iniciales quedan en pie 47. Bueño opta ahora al premio «Pueblo ejemplar» para que se reconozca el valor de una aldea asturiana muy bien conservada, con un conjunto único de hórreos y paneras, donde los vecinos se siguen reuniendo cada mes de enero en sextaferia para limpiar a conciencia los muros, caminos y cunetas del pueblo. El lema de la candidatura será «Bueño, paraíso del hórreo».

La idea de presentar la candidatura ha surgido de la Asociación Cultural de Bueño, un colectivo con una actividad imparable a sus espaldas: organiza un certamen de pintura rápida, un festival de jazz, tiene un grupo de teatro, un programa de cine de verano, hoguera de San Juan y mucho tesón del que ha hecho uso para conseguir la rehabilitación de la capilla dedicada a San Juan de Mata, el patrón.