En latín, las manzanas son «matianas»; viene de Matia, villa vecina de Aquileia, donde se daban las mejores manzanas de Italia. Matia, digo; no la confundamos con La Mata de Argolibio, en Amieva; ni la de Naviego, en Cangas de Narcea; ni la de Candás, en Carreño, junto al campo de fútbol; ni La Mata de El Valle de Abajo a la que se llega por la carretera de Ron; ni la de Baldornón, en Gijón; ni las de Sama, entre hornos de cal, y la parroquia Entre la Iglesia, ambas en Grao; ni La Mata de Feleches, en Siero, al lado de Los Corros; ni la de Carrea, en Teverga; ni La Mata de Santiago, en Luarca, cerca de la playa de Tourán; ni Las Matas, casería de la parroquia de Oviedo, al lado de Cerdeño y la ermita del Espíritu Santo. Bueno, ya será otro sábado cuando hable de las virtudes del manzano y lo importante que es para nuestro PIB. Hoy me lié con tanta mata y tira de la pata.