Oviedo, L. Á. V. / I. R.

El escenario que se encontraron los agentes en la casa de Mariscal Solís era tétrico y siniestro: fuerte olor a lejía y una gran cantidad de basura por la cocina.

Dentro de la nevera había dos bolsas de plástico oscuro, rotas, con restos de carne humana y huesos en su interior. También una cacerola, con una sustancia roja y restos orgánicos. La cabeza de Luisa Blanco fue encontrada en el congelador.

En el baño, dentro de la bañera, los agentes -del Grupo III de la Policía Judicial- hallaron varios cuchillos, unas tijeras y herramientas de cocina, que Pablo B. B. utilizó presuntamente para cometer su sangrienta carnicería. El joven también le había confesado el crimen a Cristian M. P., de 21 años, según él mismo relató a la Policía.