David ORIHUELA

Tres raciones de escalopines al cabrales, dos cervezas mexicanas, un refresco de cola y otro de naranja. Es el pedido que un repartidor de comida a domicilio entregó, pasadas las diez y media de la noche del pasado día 23, víspera de San Juan, en el segundo A del número 19 de la calle Mariscal Solís, en Vallobín. Esa noche, no se sabe si antes o después, y en esa misma vivienda fue asesinada y posteriormente descuartizada María Luisa Blanco Blanco, de 36 años. Su hermano, Pablo Luis B. B., de 34 años, se confesó autor de los hechos, y tanto él como dos de los inquilinos del piso, Cristian M. P. y Jesús V. B., están en prisión acusados de homicidio. La pareja del segundo, Larisa L., menor de edad, está en el centro de menores de Sograndio. La madre del presunto asesino y de la víctima, María Rosario B., fue detenida en un primer momento como encubridora, pero ya está en libertad.

A las 22 horas de la noche de San Juan alguien llamó desde la casa a un restaurante ovetense, bastante alejado de Vallobín, que sirve comida a domicilio. El pedido es el citado anteriormente y el importe, 45,45 euros. Pocos minutos después de las 22.30 el repartidor aparcó su moto junto al portal del número 19 de Mariscal Solís. Llevaba cena al menos para tres personas, aunque el chico asegura que con esas cantidades podrían haber cenado cinco o seis. El número de bebidas puede indicar el número de personas que esa noche había en la casa.

El joven recuerda la escena a la perfección. Llamó a la puerta y alguien giró cuatro veces la llave de la puerta desde el interior de la vivienda. Quien abrió fue Cristian M. P.. Hablaba muy despacio y parecía que razonaba a la misma velocidad, según el repartidor, que también contempla la posibilidad de que esa extraña forma de dirigirse a él fuese por los nervios. En el pasillo, con camiseta negra y apoyado en la pared, Pablo B. B. El presunto asesino tenía la mirada extraña, parecía que controlaba lo que sucedía en la puerta. El repartidor se quedó extrañado con la actitud de este segundo chico que estaba en el pasillo, le llamó la atención. El joven motorista, acostumbrado a ver de todo tras años de profesión, se quedó con aquella casa grabada en la memoria, tanto que cuando unos días después vio la foto del edificio en los periódicos estaba seguro de que los autores del crimen eran los chicos a los que él les había llevado la cena. Posteriormente, cuando se difundieron los rostros de Pablo Luis B. y de Cristian M. P., los reconoció al instante y se certificó su sospecha.

El chico no vio a nadie más en la casa, pero sí recuerda que el joven que le recogió el pedido se dirigió a alguien que estaba en una habitación a la derecha de la puerta principal para pedirle dinero para pagar la cena.

El repartidor no duda en afirmar que cuando le abrieron la puerta de la casa olía muy mal. Desde su posición, desde el descansillo de la escalera, pudo ver mucha basura acumulada, bolsas en el pasillo y un desorden absoluto que le llamó la atención pese a su experiencia.

Entre los detalles está la pequeña sorpresa de encontrarse con una puerta blindada en un edificio tan viejo. Es algo que no pasó desapercibido al chico que llevó la cena al lugar del crimen.

Otro detalle: los inquilinos de esa casa ya habían pedido en otras ocasiones la cena al mismo restaurante, como por ejemplo el pasado 12 de junio, unos días antes del suceso.

El perfil de «gatina35»

M. PÉREZ

María Luisa Blanco Blanco era una usuaria habitual de internet y las redes sociales. Quería hacer amigos. Es lo que ella misma escribió en un perfil público de una de estas redes. Tenía amigos en todo el mundo -Venezuela, Puerto Rico y México, entre otros- y chateaba a menudo con ellos. A la hora de describirse no ofrecía demasiados detalles: «soy yo misma». El día de su cumpleaños (1 de febrero), su estado sentimental (soltera) y su religión (católica) son las escasas pinceladas que la joven detalla sobre sí misma. El fitness y la música son varias de las aficiones de María Luisa Blanco, según recoge el perfil de la joven en una de estas redes. Lo último que escribió la joven en este espacio fue una respuesta a la pregunta sobre qué estaba haciendo: «ver la tele».

Uno de los nicks (apodo) que utilizaba María Luisa en internet era «gatina35», que guarda total similitud con el de uno de los inquilinos que tenía alojado en su casa, Cristian M. P., cuyo nick en las redes sociales es «gatín1987», aunque también utilizaba el apodo de «gatito lindo». De hecho, con Cristian M. P. es con el único compañero de piso con el que María Luisa Blanco interactuaba en internet. La joven lo tenía «agregado» en la mayoría de sus perfiles en distintas redes sociales, aunque no en todos. En uno de sus mensajes la joven fallecida llegó a escribirle: «Eres lo mejor que me ha pasado. Dios te ha enviado a mí».

En uno de sus perfiles en las redes sociales Cristian M. P. también incluye varias alusiones a María Luisa Blanco. Se refería a ella como «María, la hermana de mi amigo Pablo». Por ejemplo, en una de las entradas de su blog Cristian M. P. realiza un test en el que le manda citar a diez personas de su entorno y numerarlas. El número 1 se lo da a Pablo Luis, el hermano de María Luisa, y el segundo a la joven fallecida. Una de las preguntas del test es «Si tuviera que morir o el 1 o el 2, ¿a quién elegirías?». Cristian M. P. responde «Ningunoooooo». Otra de las preguntas de este test de entretenimiento es «¿A quién matarías si tuvieras que elegir uno de la lista». Cristian M. P. responde tajante: «Soy incapaz de matar a nadie».

En las últimas intervenciones en uno de sus espacios en internet, Cristian M. P. confesaba estar muy triste, explicaba que su vida no tenía sentido y se disculpaba por «haberle fallado» a algún amigo.