En Agones (Pravia), en «El Jardín de los Aromas», vi un ginkgo biloba. De sus hojas se obtienen extractos para facilitar el riego sanguíneo, tratar la trombosis, el alzheimer, la demencia senil y el párkinson. El ginkgo es la primera especie arbórea del mundo; relicto, reliquia, auténtico fósil viviente, que puede vivir más de dos milenios, existe desde el Pérmico, hace 270 millones de años, antes de que el Carbayón naciera en la calle Uría, de que Alfonso II trasladara a Oviedo la corte de Pravia, antes de que Adán y Eva negociaran con la serpiente, antes de que el hombre se irguiera en la sabana de África y antes de que Gabino de Lorenzo asistiera a los plenos del Ayuntamiento. Como el ginkgo fue el único árbol que sobrevivió a la bomba atómica en Hiroshima, se le conoce como el «portador de esperanza». Pero, mira por cuántas, hoy corre peligro de extinguirse.