Pablo GALLEGO

La plaza del Fontán, el corazón de la tradición ovetense, estrena estos días nuevos capiteles en sus columnas. Después de diez años de quejas y litigios tras el derribo y posterior reconstrucción de uno de los lugares más conocidos de la ciudad, los vecinos de la plaza esperan olvidarse para siempre de las grietas y roturas que aparecieron en 37 capiteles y seis fustes de los 80 pilares de la plaza nada más inaugurarse en 1999 el nuevo «viejo» Fontán.

A primera vista, puede parecer que las columnas a sustituir son las que bordean la esquina del famoso restaurante Casa Ramón, frente a la plaza de Daoíz y Velarde. Pero no es así. «Éstas son las antiguas, recuperadas cuando rehabilitamos esta parte del edificio antes que el Ayuntamiento», explica Ramón Fernández, el propietario del local. «Nos mandaron respetarlas, pero luego ellos lo tiraron todo. Hicimos la estructura de hormigón, y nuestras columnas no aguantan peso», añade. Pero las nuevas sí, y las grietas comenzaron a aparecer.

A partir de ahí, los problemas no dejaron de sucederse. «Después de tirarlo y hacerlo todo nuevo, empezaron a romperse capiteles y fustes -zonas superior y media, respectivamente, de las columnas-, pero nadie nos daba una solución», apunta Ana Isabel Álvarez, representante de la asociación en la que se reunieron los vecinos afectados por las grietas y responsable de haber sacado adelante el futuro del Fontán en los juzgados.

Después de eso vinieron peritos, análisis de la estructura a cargo de Cadesa -organización asturiana independiente de control de la edificación- «y de ahí al Juzgado», añade Álvarez, «contra el arquitecto, el aparejador y el constructor». «Se llegó a un acuerdo extrajudicial y al pago de una indemnización conjunta para todos los inmuebles afectados, unos doce», especifica la abogada. Después, ya en mayo de 2008, una sentencia judicial en firme obligó a los responsables a pagar la reparación de los desperfectos, valorados en 87.000 euros.

Justo ese proceso es el que se desarrolla estos días en la plaza y, según sus responsables, «no es nada sencillo». Para llegar a este punto hubo que lograr, además, el permiso de Patrimonio, al ser una construcción catalogada, e incluso la crisis económica dejó su huella en el proceso. La cantera de donde provenía la piedra para las columnas quebró mientras se planteaba la reconstrucción y hubo que buscar otra. Apareció en Burgos, de donde ahora viene una piedra «lo más parecida posible» a la antigua.

Con cuidado, los técnicos cortan el capital dañado, de forma que el fuste de la columna queda separado del edificio. «Para eso hubo que colocar estos andamios», añaden, que sujetarán el peso del Fontán hasta que, dos días más tarde, el nuevo capitel fragüe y entre «en carga». Así, a un ritmo de «uno o dos cada día», se sustituirán los 37 capiteles dañados.

«A mediados de agosto vendrán los seis fustes», adelanta la representante de los vecinos, con un proceso similar y un final de obra previsto para el próximo mes de septiembre. Su responsable es el arquitecto Leopoldo Escobedo Sela, «se comprometió con nosotros y lo está haciendo», señala la letrada, a través de Construcciones Reisner y Cadesa, que, como al inicio del proyecto, velará por la seguridad de la estructura.

Mientras la obra avanza, los ovetenses y turistas que llenan la plaza apenas se dan cuenta del trabajo casi milimétrico que acontece justo detrás de las mesas que ocupan. «Ése fue otro de los retos», aseguran, «llevar la obra a buen puerto sin molestias para los hosteleros o los vecinos». Encantados de decir, después de diez años, «adiós a las grietas».