Pablo GALLEGO

Katharine Goeldner, Gillian Keith y Emily Magee, o lo que es lo mismo, el compositor, Zerbinetta y Ariadne, conquistaron anoche al público del Campoamor en el estreno ovetense de «Ariadne auf Naxos», el título de Richard Strauss que abrió la 62.ª Temporada de la Ópera de Oviedo, que cuenta con el patrocinio, entre otras instituciones, de LA NUEVA ESPAÑA.

En una producción llena de color, y que utilizó el bosque y el mar como telones de fondo a una mansión convertida en cueva, el maestro Sachio Fujioka y el director escénico -además de escenógrafo, iluminador y actor- Philippe Arlaud combinaron el trabajo de la orquesta Oviedo Filarmonía en el foso con la parte teatral en escena para dar fondo y forma al mito griego de Ariadne.

Su protagonista, la soprano estadounidense Emily Magee, interpretó a la hija del rey Minos, abandonada en la isla de Naxos. Sobre ella recayó todo el peso dramático de la función, en contraste con la vis cómica y la exhibición vocal de Gillian Keith, que dio vida a Zerbinetta. Con una caracterización griega la primera, y de payaso la segunda, las dos ofrecieron en la segunda parte y a jucio del público los mejores momentos de una velada calurosa, en la que los programas de mano sirvieron de improvisados abanicos.

Antes, en el prólogo teatral basado en «Le bourgeois gentilhomme», de Molière, fue la mezzosoprano Katharine Goeldner la que llevó sobre sus hombros el peso de la obra. En el papel del compositor, Goeldner recibió las mayores ovaciones del público, que esta vez aplaudió de forma unánime la propuesta escénica de Arlaud, lejos de los pateos que caracterizaron las anteriores producciones de la temporada lírica.

El resto del elenco consiguió que el nivel vocal de esta «Ariadne auf Naxos» fuese muy equilibrado. Richard Margison, que interpretó a Baco, centró su intervención en el aspecto vocal, mientras que el asturiano Juan Noval Moro, Marc Pujol, Juan Antonio Sanabria y Marc Canturri -Scaramuccio, Truffaldin, Brighella y Harlekin- explotaron toda la teatralidad de sus papeles.

Hasta los bomberos tuvieron su sitio en la función durante la obertura de la ópera, con una solución teatral que dio continuidad al contenido del prólogo ya en la segunda parte, en la que el trío femenino compuesto por Susana Cordón, Mireia Pintó y Oltaz Saitua -como Najade, Dryade y Echo- apoyó el drama de la protagonista.

Oviedo Filarmonía, en una formación camerística de 35 músicos, defendió la compleja partitura de Strauss a las órdenes de Fujioka, que puede convertirse en experto en descubrir nuevas sonoridades a los aficionados del Campoamor, si se suma esta «Ariadne» a su «The turn of the screw» de 2006.

El escritor y «showman» Boris Izaguirre asistió al estreno de la temporada de ópera como invitado de honor en el palco municipal. En la imagen superior, y por la izquierda, Susan Schmickrath, el alcalde de Oviedo, Gabino de Lorenzo, Rita M.ª Álvarez, Jaime Martínez, presidente de la Fundación Ópera de Oviedo, y Boris Izaguirre, en el antepalco durante el descanso de la función. A la izquierda, la soprano estadounidense Emily Magee, que interpretó a Ariadne, durante el aria que cierra esta ópera de Strauss, estreno en el Campoamor.