David ORIHUELA

Es lo que tiene celebrar el Día de América en Asturias, que puede sumarse al festejo una tromba de agua tropical. Tampoco fue eso, pero el agua que descargó sobre Oviedo a las cinco de la tarde deslució el tradicional desfile ovetense. Pese a todo, miles de personas se dieron cita en el centro de la ciudad, en el entorno de Uría, Campo San Francisco, Santa Cruz y Santa Susana, para ver las carrozas.

Al igual que en los últimos años, la presencia de hispanoamericanos no se limitó a la parte activa del desfile, sino que fueron muchos los que se apostaron en las aceras para ver a sus compatriotas. Los ritmos latinos son de lo más animado de la ocasión.

En cuanto a los asturianos, al margen de la carroza de la reina, Paula Fidalgo, que cerraba la comitiva, destacaron, como todos los años, los miembros de la asociación «Como Yera Antes», de Valdesoto, y la representación llanisca. En el capítulo musical, la Banda de Gaitas «El Llacín», de Llanes, acompañó a los componentes del Bando de San Roque. Los porruanos y las aldeanas del Bando de San Roque están acostumbrados a procesionar bajo la lluvia, por lo que no tuvieron problema en seguir tocando las panderetas (las chicas) y lucir los hermosos trajes, en los que se inspiraban también los de la reina de Asturias y sus damas.

Lo más aclamado del desfile fueron las representaciones de Cuba y Brasil, con sus vistosas danzas.

Como todos los años, los que más disfrutan de la celebración son los más pequeños, pese a que en esta ocasión las serpentinas volaban menos con el agua y las carrozas pasaron más rápido que en otras ocasiones. Aun así, la lluvia cesó a la media hora de comenzado el desfile, se cerraron los paraguas y la música volvió a sonar para algarabía de los pequeños.