En «Tosca», ópera con la que continúa este mes la LXII Temporada de Ópera de Oviedo, Giacomo Puccini agudiza un lenguaje musical propio para ilustrar un argumento de gran carga dramática. El elemento teatral en «Tosca» es imprescindible. Como animales enjaulados, los personajes de la ópera luchan contra la opresión y la muerte. Pero hay una sombra que permanentemente nubla la salida. Entre la oscuridad se adivina un destino fatal irremediable. El vacío es el nudo y el desenlace.

Puccini regresa así al ciclo con una de las óperas más representadas en el coliseo ovetense. Junto a «La Bohème», también de Puccini, «Tosca» sostiene el récord en la programación, de manera que el título se recupera, tras un paréntesis de nueve años, en la temporada que patrocina, entre otras entidades, LA NUEVA ESPAÑA. El estreno se celebrará el jueves, prolongándose las funciones los días 11, 14, 16 y 17. La penúltima función será fuera de abono, con la actuación del segundo reparto.

El drama firmado por Victorien Sardou que inspiró a Puccini quedó superado por la ópera, a través de la economía de medios con la que se construyeron música y libreto; este último a cargo de Luigi Illica y Giuseppe Giacosa, habituales en las obras maestras del compositor italiano. El realismo y el contenido crítico de la obra se revisten de una música que entreteje un marco poderoso para los personajes.

La ópera, estrenada en el teatro Costanzi de Roma en 1900, está ambientada originalmente en la Roma napoleónica de 1800. Scarpia, jefe de la policía vaticana en época contrarrevolucionaria, aprieta y ahoga. Se trata del malo malísimo que hoy día recupera la cartelera de cine y cuya inteligencia y maneras provocan repugnancia. Al otro lado, «un volteriano» -como dice el libreto-, el pintor Mario Cavaradossi, que es condenado a muerte por ayudar al noble fugitivo Cesare Angelotti. Floria Tosca lidera la batalla por la libertad. Pero se condena a sí misma con la sangre del tirano.

En el momento de su presentación, «Tosca» marcó la diferencia frente a las anteriores óperas de Puccini. A través de un lenguaje progresista, en armonía con sus ideas políticas, el compositor creó un mundo sonoro ilimitado, a través de arriesgadas soluciones armónicas y la combinación de diferentes densidades orquestales. Los motivos melódicos y los timbres de los instrumentos definen no sólo a los personajes, sino también las situaciones. De modo que el oyente queda atrapado en un tejido rico y fino, que se convierte en un fluir musical sin más concesiones que la intimista aria «Vissi d'arte» de Tosca en el segundo acto. El impacto se propicia con los elementos veristas que dan autenticidad y crudeza a la ópera, así como con guiños expresionistas de efecto a través de la protagonista. Todo ello potencia el contenido lírico que no falta en ninguna ópera del maestro.

La Ópera de Oviedo revivirá la tragedia de «Tosca» en la producción de la Ópera de Escocia, originalmente de Anthony Besch, maestro de la escena fallecido en 2002. Jonathan Cocker será así el responsable escénico en el Campoamor.

En el trío de voces protagonistas, Floria Tosca estará interpretada por Hasmik Papian, soprano lírica especialmente valorada hoy en Verdi y Puccini -además de tener la «Norma» de Bellini en su repertorio habitual-, que pondrá a prueba su flexibilidad vocal. En el trabajo dramático principal de la ópera está, además de Tosca, el barón Scarpia, personaje que precisa de un verdadero ejercicio actoral, también a través de la voz, con un catálogo ambicioso de matices y estados psicológicos. Juan Pons, uno de los barítonos dramáticos españoles por antonomasia, será el encargado de este papel. Como Mario, completará el triángulo principal Roberto Aronica, tenor italiano que actualmente pasea por los principales teatros internacionales. En la parte musical, la batuta la llevará Friedrich Haider, titular de la Orquesta «Oviedo Filarmonía», que suma otro reto más en el foso de la temporada lírica. Por su parte, el Coro de la Ópera de Oviedo comienza su participación en la temporada.