M. PÉREZ

«Hubo mucho antes del Campoamor, y ese mucho fue el Fontán». Con estas palabras inició ayer en el Club Prensa Asturiana de LA NUEVA ESPAÑA la profesora de Musicología en la Universidad de Oviedo María Sanhuesa su exposición sobre el teatro del Fontán, enmarcada en el ciclo de conferencias de la Sociedad Ovetense de Festejos (SOF).

Sanhuesa transportó al público a las butacas de terciopelo del antiguo teatro ovetense con una conferencia que repasó su historia. La exposición estuvo acompañada por diapositivas que reproducían antiguos planos del edificio, decorados e incluso carteles de representaciones. María Sanhuesa explicó que gran parte de su investigación sobre el teatro ha sido posible gracias a la documentación que ha localizado en el archivo municipal.

Aunque, según explicó Sanhuesa, los inicios del teatro en Oviedo se remontan al siglo XV con los llamados juegos de Corpus, no fue hasta 1666 cuando se vio la necesidad de construir un patio de comedias: así nació el teatro del Fontán, que fue construido entre 1666 y 1671, adoptando la morfología de un corral de comedias castellano. La inauguración tuvo lugar en septiembre de 1671, aunque no siempre se utilizó como teatro. «A veces sirvió de asilo de enfermos y cuartel para la tropa», explicó María Sanhuesa. La conferenciante también explicó que la fachada de la actual biblioteca municipal del Fontán no es la del antiguo teatro, sino la de una casa que estaba situada delante, por cuyo portal se accedía al teatro a través de una servidumbre de paso.

La primera remodelación del teatro llegó en 1796, adoptando una forma de patio semicircular imitando un coliseo donde los palcos municipales eran los mejor situados. Sin embargo, la gran reforma del teatro no llegaría hasta el período comprendido entre 1847 y 1849. Los ovetenses tuvieron que costearla con un impuesto de 3 reales por cada cántara de vino, explicó Sanhuesa, además de algún convenio. El nuevo teatro, con trece decorados diferentes, llegó a albergar 600 localidades. «Romeo y Julieta», «La urraca ladrona», «Norma», «Medea» y el «Otello» de Rossini eran algunos de los títulos representados hasta entonces. «El bellcantismo era el gusto dominante», dijo María Sanhuesa.

El teatro se reinauguró en 1849 con «Ernani» de Verdi y ahí comenzó su última etapa. Fue clausurado de forma oficial en 1888 y derribado en 1901. En los últimos años se utilizó para bailes de máscaras.