El anuncio efectuado por la Ópera de Oviedo sobre la posibilidad de volver al formato de cuatro títulos y dejar en cero toda su programación paralela supone un auténtico mazazo para la vida musical ovetense y asturiana y un primer jalón en el desplome que se avecina para los próximos meses con la complicidad de una clase política verdaderamente impresentable en el ámbito cultural.

Oviedo ha sabido construir un edificio musical que, hablemos claro, es el único de primer rango que se mantiene con solidez en el ámbito cultural, generando riqueza y empleo en la ciudad. Ahora todo esto puede venirse abajo por la frivolidad de una clase política incapaz de ver el empleo de calidad que genera el mundo musical en su conjunto y los beneficios económicos que genera. Y es que lo que aquí no se está diciendo es que si se eliminan títulos de ópera y de zarzuela o de los ciclos de conciertos se van al paro decenas y decenas de operarios especializados que tienen su ocupación vinculada a la actividad. No se puede desasistir a un sector económico con semejante despotismo aduciendo encima la disculpa de la crisis para asfixiar uno de los pilares de la cultura de la ciudad.

Peluquería, maquillaje, sastrería, utilería, técnicos de electricidad, acomodadores, tramoyistas, músicos, cantantes, coristas, bailarines, diseñadores gráficos, imprentas, escenógrafos, directores de escena, personal de gestión administrativa... son todos ellos un montón de puestos de trabajo que peligran ante el ejercicio kafkiano de las autoridades de recortar una subvención, ¡y aquí, señores, viene lo bueno! que paradójicamente les va a acarrear más pérdidas que el importe de la propia subvención. Me explico. Cada título de lírica o cada concierto que se elimina supone un freno económico porque Hacienda deja de recaudar IVA e IRPF, también se dejan de pagar seguros sociales y además todo ese personal se va al paro. ¿Y qué me dicen de las orquestas? Oviedo Filarmonía se creó para atender las necesidades del Campoamor y en el foso, en la ópera, comparte funciones con la Sinfónica del Principado de Asturias. Pero, si la actividad decrece, ¿se pueden mantener dos orquestas sinfónicas? Pues otro listado de decenas de puestos de trabajo que quedan en entredicho. Ahí también hay que agregar las becas que el coro recibe y que se vinculan a cada uno de los títulos.

A todo lo expuesto debe adjuntarse el peso hacia otros sectores en beneficios indirectos. En primer lugar, el sector de la hotelería y el de la restauración. Cientos y cientos de pernoctaciones y comidas, cenas y demás se mueven en torno a la música, ¿se han parado a pensar que sólo el ciclo de conciertos del Auditorio genera más de 1.500 pernoctaciones en la ciudad en un ejercicio? Ocupación además desestacionalizada. Sumemos a esto taxis, autobuses necesarios para el transporte de los músicos en el caso de los conciertos y el propio movimiento que se produce en los restaurantes cercanos al Campoamor o al Auditorio los días de función, o el público que viene de fuera de Asturias para ver una ópera o asistir a un concierto (trescientas entradas se vendieron de otras regiones en el concierto de Lorin Maazel la pasada primavera, o este mismo mes de octubre acudieron al Auditorio a ver el concierto de Edita Gruberova aficionados ¡hasta de Berlín!, por sólo poner dos ejemplos).

No se puede estar hablando todo el día de capital cultural, de la importancia de la cultura en la economía de la ciudad y bla, bla, bla?. para a las primeras de cambio pegar estos bandazos tan a la ligera. ¿Son conscientes los políticos de que para contratar a intérpretes de calidad hay que hacerlo con tres o cuatro años de antelación? ¿Saben que si hay que quitar actividad puede generarse otro problema derivado de que los músicos exijan el cumplimiento de sus contratos?

Con estas actitudes se entienden muchas cosas. ¿Qué han hecho los diputados asturianos en el trámite parlamentario de los Presupuestos Generales del Estado para tratar, al menos, de sacar unos euros más para la Ópera de Oviedo? ¿Van a permanecer impasibles Ayuntamiento y Principado? ¿Les da igual el desplome del buque insignia de la música asturiana? Ahora comprendo por qué ninguna institución quiere entrar en el Patronato de la Ópera de Oviedo, mientras sí están en el de Sevilla, Madrid o Barcelona. De esta manera se toman decisiones con impunidad y sin el menor sonrojo. O, lo que es lo mismo, se camela a los asturianos con la mayor tranquilidad, se suelta una frase del tipo «es que estamos en crisis y tal y tal». ¿Y qué pasaba cuándo no lo estábamos y las ayudas a otros ciclos superaban por diez la ayuda al asturiano? O sea, que aquí cuando hay dinero, la migajas, y cuando no lo hay, ni agua. ¡Menuda tomadura de pelo! Y dirán ustedes que a todas las temporadas se les ha bajado el presupuesto. Es cierto que ha habido recortes -no a todas exactamente, puesto que si se mira con lupa otros ciclos reciben partidas de manera camuflada-, pero la particularidad ovetense es que el punto de partida es tan pequeño que cualquier recorte minúsculo da al traste con la actividad. Ése es el problema real, el de una deuda histórica que nadie asume y que, en situaciones de crisis, supone una calamidad. Lamentable. Creo que en este asunto la Ópera debe ser firme y contundente, austera al máximo en su funcionamiento diario, y la directiva un pelín más ágil para redactar un simple comunicado. A veces, da la impresión que para defender los intereses operísticos de la ciudad, que imagino también son los suyos, necesitan de más negociaciones y cavilaciones que las que se precisaron para firmar el Tratado de Utrecht.