La orquesta «Oviedo Filarmonía» fue concebida originalmente como una formación para el foso y, sin dejar a un lado la autoridad interpretativa en las temporadas de zarzuela y también de ópera, la OFIL ha logrado asentarse, además, en el repertorio sinfónico. La elección de los programas, el trabajo con solistas y los proyectos de grabación que la orquesta lleva a cabo muestran que son un acierto llegado el día de hoy, por cuenta de la dirección y los gestores de la formación. Porque el resultado es una orquesta dinámica, versátil y solvente, dada, además, su juventud.

Uno de esos proyectos que tienen que ver en el asentamiento de la orquesta es la grabación de la obra de Ermanno Wolf-Ferrari (1876-1948), compositor muy valorado por el titular de la formación, Friedrich Haider, y que no suele faltar en los programas. En la última aparición de la OFIL, el sábado en el ciclo de conciertos del Auditorio, prácticamente se ofreció un monográfico de Wolf-Ferrari, en la que fue precisamente una jornada dentro del proyecto de grabación de la obra sinfónica del compositor ítalo-germano. Si por lo general el autor «suena» en el campo de la lírica, el concierto tuvo un plus de interés al descubrir parte de su otro lado del catálogo.

No puede decirse que se trata de un compositor original, sino que más bien recoge con gusto y oficio una tradición musical que planea sobre el lenguaje clásico-romántico de Alemania e Italia. Se trata de obras luminosas y elegantes, más que lúcidas, en las que destaca una economía de medios que el compositor aplica en la paleta orquestal, a partir de una invención melódica bastante inspirada. El desarrollo transparente de esas ideas, que fue muy tenido en cuenta por la orquesta en la interpretación, sería el pilar fundamental de obras que se inspiran en Mozart, Dvorak y Beethoven.

De este modo, la OFIL abrió fuego con la obertura de la ópera cómica «La dama boba» de Wolf-Ferrari, con buen criterio desde la dirección pero insegura todavía en el arranque de un viaje dramático de amplia concepción sinfónica. En la «Serenata» la cuerda de la OFIL mantuvo el empaste y el espíritu clásico precisos en una página amable y ligera, con un segundo movimiento de mayores contrastes pero sin abandonar el carácter refinado. En la segunda parte del concierto la «Sinfonía breve» apareció con mayor sustancia compositiva, cuidada por la OFIL en el trabajo de texturas y timbres que presenta la obra.

Digamos que el «Concierto andaluz» de Joaquín Rodrigo marcó la diferencia en el programa. En la obra la esencia de la música andaluza aparece retratada en un marco en el que se combinan las formas del concierto barroco con las evocaciones populares. A las cuatro guitarras solistas el cuarteto asturiano «Entre Quatre» demostró una gran empatía, a través de un trabajo en que, unida a las dificultades técnicas y de conjunto, se observó riqueza de matices y de expresión. «Entre Quatre», que cumple sus bodas de plata, acaba de ser nominado a los «Grammy» latinos por su interpretación de la obra «Cuatro asimetrías», de Orlando Jacinto García, y se trata de uno de los ejemplos más asentados de la factura musical que ofrece Asturias en cuanto a instrumentistas y grupos musicales de diversa índole. En el concierto del sábado el cuarteto ofreció como propina una fina interpretación de dos canciones de Flores Chaviano, compositor relacionado desde años atrás con los instrumentistas del activo cuarteto.