J. N.

-La obra que acaba de estrenar, «El passo honroso de dom Suero de Quiñones» se basa en un hecho histórico.

-De la época de Juan II, padre de Isabel la Católica. Ocurrió en lo que ahora es provincia de León, en Hospital de Órbigo, paso obligado de peregrinos. Una mujer se prenda de dom Suero de Quiñones y se desencadena una historia tremenda y magnífica.

-¿Cómo se lleva a la música?

-Como si fuera una película. La llegada del rey, el caminar de los caballos, la última justa... casi cae el Auditorio abajo con el estruendo.

-Ha tenido un gran éxito.

-Gustó.

-¿Estreno absoluto?

-Sí, se estrenó el viernes en Oviedo entera por primera vez . En León había presentado una versión más corta, provisional.

-¿Por qué España, en cuanto a la música, no ha estado comúnmente a la altura de otros países?

-Fuimos más papistas que el Papa. Con el barroco llegó el sistema temperado con 24 tonalidades. Y aquí seguimos con los ocho modos gregorianos. Y el órgano, sin pedalier. Eso nos retrasó.

-Oviedo y la música.

-En relación al conjunto de España siempre ha destacado mucho.

-¿La clave fue la Catedral?

-No cabe duda, la tradición musical de la Catedral es tremenda. Siempre hubo orquesta en Oviedo. Y la ópera y el Campoamor.

-Antes, en el Fontán.

-El gran nivel musical viene de la Catedral y la Universidad.

-Para el caso, prácticamente lo mismo.

-Sí, la Universidad la fundó un arzobispo, aunque duela a algunos.