Madrid, Pablo GALLEGO,

enviado especial de

LA NUEVA ESPAÑA

Cuando un grupo de gente que no se conoce pasa toda una mañana en el mismo salón -y más si está abarrotado-, para conocer al vecino de asiento suele preguntar cómo se llama o a qué se dedica. Pero ayer no. La cuestión era saber a qué Universidad se pertenecía, para ver si era «amiga o enemiga». Y si las divas de la música pop intentan impresionar con sus vídeos musicales, las quince universidades en liza por uno de los sellos de excelencia no se quedaron atrás.

Los ministros de Ciencia y Educación, Cristina Garmendia y Ángel Gabilondo, que alabaron el «esfuerzo innovador» de todas, sólo vieron el principio y el final de la batalla. Un pleno del Congreso en el que se iba a tratar el secuestro del «Alakrana» les obligó a abandonar el hotel de concentración de los equipos a media mañana y sólo volvieron cuando ya había pasado lo más interesante. Pero prometieron a los rectores verse todos los vídeos.

Algunas de estas piezas recordaban a la película «Minority report», con sus protagonistas, a lo Tom Cruise, moviendo con las manos las imágenes de sus campus en el futuro. En otros, más bien los de latitud norte, la grabación tendía más a cámara doméstica, y causaron cierta hilaridad en las últimas filas del auditorio. Ya se sabe que, tanto en la Universidad del presente como en la que ha de venir los gamberros siempre se sientan atrás. El descanso para el café sirvió para contrastar opiniones. Sobre todo entre quienes no se jugaban nada, porque para los demás su «hijo» siempre era el mejor, el más guapo y el mejor preparado. Nadie dudó de que la Autónoma de Barcelona -con una presentación de las que quitan el hipo- se llevará uno de los premios gordos. Con ella, el dúo Complutense-Politécnica en Madrid aparecía también en los primeros puestos de las quinielas. Y pisándole los talones, otro dúo, esta vez en Valencia. «Tiene chicha», apuntaba, en la fila de atrás, gente de la prensa.

Los que peor lo llevaron fueron los nueve expertos del jurado. Cargados de carpetas y pegados a la pantalla en la que se presentaban los proyectos, las miradas de todos los que ayer se jugaban los euros que pueden cambiar sus universidades estaban durante toda la mañana puestas en sus cogotes europeos.

Tras el último vídeo en el que se presentó la unión de cinco universidades andaluzas, alguien reflexionó en voz alta. «¿Qué habría pasado si Cantabria, Santiago y Asturias se hubiesen presentado juntas?». La respuesta vino de la butaca de al lado: «Pues que habrían ganado». Y para todas, aplausos. Para que no todo fuesen nervios y dudas, la Universidad de Oviedo puso el punto dulce a una mañana histórica para la educación superior en España. En una cajita verde, dos bombones -uno con una cadena de ADN y otro con un aerogenerador- simbolizaron los dos «clusters» integrados en el proyecto asturiano a la excelencia. Hoy sabrán si, además del azúcar, les sube la alegría.