Pablo GALLEGO

Santa Catalina de Alejandría tuvo ayer fiesta por partida doble. Primero, por la celebración del acto institucional en el que, en homenaje a la patrona de la Universidad de Oviedo, y con un día de retraso, se entregaron los premios fin de carrera del curso 2008-2009. Y segundo, por el fallo a favor del proyecto presentado por la institución académica asturiana al campus de excelencia internacional.

El premiado «plan de futuro» de la Universidad, con todo su contenido tecnológico, contrastó con la tradición de los trajes académicos, las mucetas y los virretes. Tras el desfile por el claustro, la comitiva llegó a la biblioteca, donde ya esperaban el viceconsejero de Ciencia, Herminio Sastre, y la directora general de Universidades, Miriam Cueto. Con ellos, el presidente del Consejo Social de la Universidad, Rafael Sariego, y el Defensor Universitario, el catedrático de Fisiología Vegetal Ricardo Sánchez Tamés.

Según las fórmulas de una institución de siglos, Vicente Gotor invitó a sus claustrales a «sentarse y cubrirse» antes de que comenzase la lección, impartida por Francisco Luzón López, director general de la división «América» del Banco Santander. Luzón invitó a los alumnos a «revelarse contra el pesimismo fruto de la crisis económica», y destacó su «complicidad emocional» con la Universidad de Oviedo, a la que animó a «rescatar al futuro de la tiranía de un presente desasosegante».

En un país con preocupantes cifras de desempleo, el ponente señalo a la educación como un remedio «si no infalible, sí muy eficaz» contra el paro. Algo en lo que seguro estarían pensando los jóvenes titulados en busca de trabajo que recogieron el diploma que les acredita como los mejores estudiantes. Y todo en una Universidad que ayer tuvo fiesta por partida doble. Primero por un futuro representado en sus alumnos y después por la concesión de uno de los sellos del campus internacional el día de su «patrona de la excelencia».