Carajo es pene, según los de la RAE, siempre pensando en lo mismo; pero en realidad se refiere al palo mayor de una carabela. Y, por metonimia, los marineros llamaron carajo a la canastilla o nido de cuervos que existe en lo alto del mástil, desde donde Rodrigo de Triana descubrió América. Cuando mandamos a alguien al carajo o decimos que vive en casa del carajo, no nos referimos a que se quede a un palmo, o que reside en nuestra entrepierna, sino que invocamos al punto más alejado e inhóspito del barco; al exclamar que hace un frío del carajo, es evidente que no pensamos en la temperatura del miembro viril, el más febril; y que lo del tendido Lada-Velilla sea un lío del carajo la vela, es metáfora marina más que sexual. Por otra parte, no siempre carajo es peyorativo: «Ariodante» me parece una ópera del carajo, y la ópera un espectáculo del carajo.