Escritor de 17 años, acaba de publicar su segundo libro

E. URQUIOLA

Estudia segundo de Bachillerato y ya tiene dos libros publicados. El primero, «Complot 12», es una novela de aventuras que tiene como escenario una España del año 2012 en donde la muerte del Rey Juan Carlos ha provocado el caos en el país. Ahora, con «La leyenda de Novarant», el joven ovetense de 17 años Daniel Lumbreras entra de lleno en el género fantástico con un relato de magos y brujos en el que busca que el lector «se meta en la piel de los personajes y crezca con ellos».

-¿Cómo surgió su interés por la literatura?

-Llevo leyendo casi desde que tengo uso de razón, primero por estímulo familiar y luego porque me gustaba; poco a poco me fue entrando el gusanillo de escribir.

-¿El primer libro que recuerda?

-Uno infantil, «¡Vaya con el señor Lioso!», sobre un cerdito muy torpe, que primero me leían y luego leía yo una y otra vez.

-¿Algún plumilla en su familia?

-Un primo de mi padre y un cuñado de mi abuela son escritores.

-Comenzó a escribir a los 13 años. ¿Qué fue?

-La primera versión de «La leyenda de Novarant». Luego sufrió un buen lavado de cara.

-Ya tenía publicado un libro, «Complot 12» , un relato autoeditado. ¿Qué tal las ventas?

-Sólo hubo dos tiradas y fue bien recibido, porque se vendió todo. Actualmente lo tengo en revisión.

-¿Cómo surgió la oportunidad de que le editaran «La leyenda de Novarant»?

-Después de estar a punto de rendirme, un día vi en la biblioteca del centro social un anuncio de Edición Personal. Ellos fueron los que me dieron la oportunidad.

-¿Y cómo fue la primera experiencia con los editores? ¿Cambiaron cosas del original?

-No cambiaron mucho porque no les dejé, en eso soy un poco orgulloso (ríe).

-¿Qué es lo que le gusta del género fantástico?

-Cómo pensaba Bastián en «La historia interminable»: ya hay bastante realidad en la vida. ¿Por qué además leer sobre ello?

-Algunas personas catalogan este género literario como «menor» dentro de la literatura universal. ¿Qué piensa de ello?

-Les diría que una tarde con tiempo se pongan a leer «El Señor de los Anillos», a ver si eso les parece «menor». También puede haber quien lo considere como las novelas de caballerías del siglo XXI y espere a un nuevo Cervantes que las fulmine. Yo pienso que las buenas obras del género son algo más que desvaríos.

-Gran parte de los escritores de ciencia ficción o de fantasía empezaron jugando rol... ¿Es su caso?

-Sí, de pequeño jugaba muchísimo a juegos de rol y similares. Ahora lo voy dejando (ríe).

-Para Gabriel García Márquez es Macondo o para Pohl es Pórtico? Para usted, ¿qué es Novarant?

-Novarant es mi refugio particular, al que todo el mundo está invitado.

-A sus 17 años, ¿cuáles son sus influencias?

-Por quedarme con dos sólo, Tolkien y Michael Ende.

-Tolkien comenzó a escribir porque no encontraba los relatos que él deseaba leer. ¿Le sucede?

-Yo sí encuentro cosas interesantes, pero quiero hacer mi aportación.

-Pero supongo que continúa conociendo a más autores?

-Últimamente leo bastante a Laura Gallego, aunque estoy abriendo bastante el abanico. Es lo que tienen las lecturas de la PAU.

-¿Preferiría que los lectores pusiesen más atención a sus relatos que a su edad o, por el contrario, cree que su juventud le ayuda?

-Pues a veces me resulta difícil; por un lado, creo que puede llamar la atención y, por otro, temo que no se me tome en serio.

-¿Qué busca en el lector?

-Aún estoy lejos de ello, pero me gustaría que el lector pueda ver las similitudes con el mundo real y sacar sus conclusiones a la manera de Ende e Italo Calvino. Por el momento busco que el lector se meta en la piel de los personajes y «crezca» con ellos.

-También escribe teatro y poesía.

-Sí, no quiero dejar nada sin tocar.

-La gente se suele quejar de que los adolescentes de hoy en día no escriben bien ni un mensaje de móvil. ¿Qué opina?

-Los jóvenes de hoy en día lo que tenemos son dos cosas: pereza de escribir sin faltas y una habilidad increíble para hacernos los tontos.

-¿Qué opina de la literatura en Asturias?

-Ha mejorado mucho en difusión y en calidad -que no es que le faltara- estos últimos años.