Pablo GALLEGO

La Orquesta Sinfónica de la Radio de Berlín ofreció ayer en Oviedo una jornada musical de las que quedarán en la memoria de los aficionados al ciclo sinfónico ovetense. De la mano de Strauss y Wagner, y guiada por su director titular, Marek Janowski, la que es considerada como «la tercera mejor orquesta de Berlín» deslumbró con una espléndida versión de «Muerte y transfiguración» y un pletórico primer acto de «La Valquiria» wagneriana.

Tras la lección de piano dada por Krystian Zimerman el sábado, ayer tocaba el turno de cuatro grandes de la sinfónica y la lírica. Por un lado, la orquesta berlinesa y Janowski; por otro, el genio inmortal de los dos «Ricardos», Strauss y Wagner, dos compositores muy presentes en el actual ciclo musical ovetense. El primero abrió la temporada de ópera con «Ariadne auf Naxos»; el segundo, la de la Orquesta Sinfónica del Principado de Asturias (OSPA) con sus «Wesendonck lieder».

La respuesta del público del Auditorio desde el primer momento del concierto no dejó lugar a dudas sobre el nivel de calidad de la orquesta alemana. En «Muerte y transfiguración», Janowski buscó en su orquesta una casi interminable paleta de colores distintos. Exigencia a la que sus músicos -que interpretaron este mismo programa el pasado fin de semana en Valladolid y San Sebastián, únicas citas junto con Oviedo en su gira española para este año- respondieron con contundencia, entregados a una obra que dominan y al más imperceptible gesto de las manos de Janowski.

Tras los aplausos que cerraron la primera parte de la velada y el descanso, el Auditorio se preparó para el plato fuerte de la noche: el acto que abre «La Valquiria» de Richard Wagner, primera jornada de búsqueda de «El anillo del nibelungo» y segunda de las óperas que componen la tetralogía.

Al frente de los tres personajes en conflicto, otros tantos solistas de reconocida carrera wagneriana. La más completa, la del tenor Robert Dean Smith, que ya fue Lohengrin en Oviedo y ayer dio vida a Siegmund. Sólido, su segundo «Wälse!», con la orquesta esperando la señal de Janowski, fue sólo un ejemplo de la magnífica noche musical vivida ayer. A su lado, la soprano Ricarda Merbeth como Seglinde, más moderada que Dean Smith, y el Hunding de Martin Snell, en plena progresión wagneriana y una próxima presencia en el Festival de Bayreuth.

Anoche, los alemanes triunfaron en el Auditorio, y los aficionados que llenaron la sala se fueron a casa con la sensación de haber asistido a uno de los mejores conciertos de la temporada.