David ORIHUELA

Diez y media de la mañana. Día de sol invernal. David Richards y Leonard Foglia entran cautelosos en la catedral de Oviedo. Fuera, un grupo de turistas atiende las explicaciones de su guía. «Aquí es el lugar». Lo dice Richards, emocionado y señalando el libro «La sangre del sudario», del que son autores y que ayer presentaron en la Librería Cervantes. Habían visitado la Catedral en tres ocasiones, la cuarta lo hicieron acompañados por LA NUEVA ESPAÑA.

«La sangre del sudario» es la segunda entrega de una trilogía que tiene como protagonista al hijo de Dios. Todo surge del Sudario que se conserva en la Cámara Santa de la catedral ovetense. De la sagrada tela se robó un fragmento con sangre de Jesucristo y mediante la clonación se creó un nuevo hijo de Dios. Es la tesis de su novela. El primer volumen, «El sudario» (2007), se inicia con la aparición de una madre de alquiler que gestará al hombre clonado. El segundo, recién salido de imprenta, es la búsqueda de aquel hombre, ya con 20 años, de sus orígenes, lo que le lleva hasta San Salvador de Oviedo. El tercero, pese a que tienen sus reparos en avanzar el contenido, narra la reacción mundial ante la llegada de un nuevo hijo de Dios.

De nuevo en el interior de la Catedral. «Es como cinematográfico, porque la catedral de Oviedo es una parte de nuestras vidas», dice Richards. El grupo de turistas está ya en la nave central del templo y Foglia lo mira y bromea: «No saben lo que ha ocurrido aquí», en referencia a todo lo que narran en su libro, con aparición de la Virgen ante el altar mayor incluida. El hombre reflexiona: «Para ellos todo esto -la Catedral- es pasado, pero para nosotros dos es presente, incluso futuro».

Richards se remonta a enero de 2001: «Llegamos a la puerta de la Catedral, estaba cerrada y picamos con la ingenua intención de que nos dejasen ver el Santo Sudario. No sabíamos que sólo se mostraba tres días al año -Viernes Santo, 14 y 21 de septiembre-. Tras dos días de negociaciones logramos que nos lo enseñasen e incluso nos hicimos una fotografía». La sensación al ver la tela no fue la misma para los dos. Richards, que profesa la religión protestante, lo vivió como el momento en que había conocido un importante elemento histórico; Foglia, católico, se emocionó, ya que en su caso al componente histórico se sumó el religioso. Habían leído algo de la Sábana Santa de Turín y un estudio de su relación con el Santo Sudario ovetense. «Así que decidimos viajar a Oviedo, y eso que nuestros amigos nos preguntaban si estaba en Italia, si había buen vino», afirma Richards.

Aquel primer viaje, hace ya nueve años, les metió de lleno en una historia que ahora es libro por partida doble y a la espera de la tercera entrega, para dentro de un par de años, esperan. «Y no es ciencia ficción», recalca Richards. Cuando escribieron las primeras líneas de «El sudario», «la clonación ya era posible» y nueve años después «aún más». «Pero no me van a clonar a mí, ni a ti ni a este señor de la plaza. Clonarán al personaje más importante de la historia». Es la teoría que defienden los autores y que sustenta la trilogía.

Si el clonado fuese Richards, tendríamos un crítico de teatro que durante décadas trabajó para el «New York Times» y para el «Washington Post». Un hombre que ha visto 4.000 obras de teatro, «casi un año de mi vida sentado en una butaca, y la mayoría de ellas malas». Si el clonado fuese Leonard Foglia, habría sobre la faz de la tierra un hombre de teatro con un premio «Tony» en su currículum y que en la actualidad trabaja en una ópera sobre «Moby Dick», con cincuenta actores y ballena sobre el escenario incluida.

La clonación llevaría a pasear por Oviedo a dos estadounidenses, uno más joven que otro, que recorren la Catedral vestidos de riguroso negro, «pero no queremos parecer tipos grises», concluye Richards ya en la plaza Porlier mientras mira al teatro Filarmónica y pregunta si está en activo.