Pablo GALLEGO

La historia reciente del Campoamor dice que el destino del teatro ovetense es crecer por las esquinas. En 1998, su última reforma, bajo la plaza del Carbayón. Ahora, doce años más tarde, por la esquina contraria, al recuperar el espacio ocupado por el antiguo Centro de Arte Moderno «Ciudad de Oviedo» (CAMCO), creado por el Ayuntamiento en 1992 y cedido a Cajastur en el año 2004.

La mano del arquitecto José Rivas fue la que diseñó la conquista de la plaza del Carbayón. Bajo ella, como en una especie de hormiguero, se dio forma a un espacio que ronda los 800 metros cuadrados. En él se construyeron dos salas de ensayos, ocho camerinos individuales, cuatro colectivos y los talleres de sastrería, peluquería y maquillaje. En el apartado técnico, la superficie ganada a la tierra permitió dotar al Campoamor de un nuevo cuadro eléctrico y de instalaciones para el agua caliente, el aire acondicionado o la calefacción.

Los espacios bajo el Carbayón siguen vigentes hoy. Pero otras de las intervenciones terminadas en 1998, las escénicas, ya no satisfacen las necesidades de un teatro dedicado casi en exclusiva a la ópera, la danza y la zarzuela, y que necesita adaptarse a los nuevos tiempos técnicos. Hace doce años, el foso de la orquesta creció, pero ya se ha quedado pequeño, y el escenario amplió sus hombros -cada uno de los dos espacios laterales del escenario- hasta tocar las paredes exteriores. Más, no se puede.

La misma mano de José Rivas fue la que, en 2005, ideó la que habría sido la solución del futuro del Campoamor. Tras otras propuestas que buscaban una continuidad estética -un pastiche que permitiese crecer hacia la calle Diecinueve de Julio y el convento de Santa Clara-, Rivas propuso levantar sobre la caja escénica un edificio rompedor. Un cubo de cinc y cuarzo sobre un zócalo de mármol, en la línea de las intervenciones realizadas en La Scala de Milán, el Covent Garden de Londres o la Opéra de Lyon.

Desde entonces, la tan ansiada reforma del Campoamor se congeló. Una vez al año, en la presentación de la temporada de ópera, Ayuntamiento y Consejería reviven la polémica sobre a quién le corresponde hacerse cargo de la obra. El Campoamor es de gestión municipal, pero en otros teatros fuera del Principado el coste de la obra ha corrido en su mayoría a cuenta de la Administración regional de turno y del Ministerio de Cultura.

Ahora, el Campoamor parece que volverá a estar en obras. Al menos, el Ayuntamiento ha dado un primer paso en esa dirección al incluir algunas reformas -en el último momento y tras la negativa de Madrid a financiar la losa sobre la Ronda Sur- dentro de la segunda edición del plan estatal de inversión local o «plan Zapatero». El coste estimado, 2,7 millones de euros. Los objetivos, la rehabilitación de las butacas y los palcos, eliminar barreras arquitectónicas y mejorar la climatización, además de habilitar en el antiguo CAMCO una nueva sala de ensayos. Si la intervención sobre el teatro que alberga los premios «Príncipe de Asturias» llega hasta el escenario, la intención de que las obras no afecten a la programación del otoño parece pocos menos que imposible. Ante una obra similar y casi con el mismo coste -en este caso 2,1 millones de euros- el Jovellanos de Gijón tuvo que cerrar sus puertas casi ocho meses.