P. GALLEGO

Alarcos. El apellido del catedrático de Lengua, una de las figuras clave en el estudio de la lingüística española, fue la palabra más pronunciada ayer en el homenaje que la Universidad de Oviedo rindió a una de sus figuras más notables. Un «genio del lenguaje» que se mantuvo «fiel hasta la muerte» a la institución académica asturiana, como aseguró el secretario de la Real Academia, Darío Villanueva.

La excusa que reunió en torno a Alarcos a un buen número de sus fieles fue el libro «Eternidad en vilo». Un conjunto de estudios sobre poesía española contemporánea con la firma de Alarcos, y editados bajo el auspicio de José Luis García Martín, que calificó al catedrático como un «investigador universitario único». Suya fue la responsabilidad de reunir los trabajos, discursos, colaboraciones y monografías que ahora componen este volumen, y que pronto tendrá una ampliación. «Su labor dispersa es tan abundante que aún sigue apareciendo», aseguró, «y hace que, más de diez años después de su muerte, la labor de Emilio Alarcos se mantenga viva».

Las referencias a la vigencia del trabajo de Alarcos fueron constantes durante el homenaje, presidido por la mirada del maestro desde un cartel y presentado por Carmen Bobes. Tanto que, según Villanueva, la Gramática escrita por el catedrático «sigue teniendo un hueco» a pesar del tratado publicado hace pocos meses. «Responde a modelos distintos y tiene una vinculación estrecha con la Academia», aseguró, «porque a veces, lo último acaba con lo anterior, pero no es el caso», sentenció Villanueva.