El mismo día en que despedíamos al enorme Alex Chilton -referente esencial del rock- regresaba Paco Loco a los escenarios asturianos con su nuevo proyecto y las analogías se disparaban. Si el gran Chilton fue número uno con sólo 16 años al frente de los «Box Tops», Paco ya escandalizaba a propios y extraños a principios de los mitificados ochenta con 15 años. Y en esas sigue, con el fundamento de los sabios, retorciendo guitarras velvetianas para regocijo de mucha vieja guardia -gozosa de revivir hazañas- y de los nuevos cachorros, necesitados de esa vieja vibración que vuelva a romper los moldes de la instaurada corrección. Un set generoso con doble batería y doble bajo, transformado en doble guitarra según el momento. Delirio que es lección de rock, de la omnipresente «Velvet» al rock de guitarras setentero, pasando por alardes pop vía dulzimer -ese extraño instrumento con el que Paco lo bordó- para una de esas sesiones que nadie (hasta aquellos enquistados en la ortodoxia más conservadora) debería perderse. Porque ahí reside el alma de la creación, ese incontenible empuje que hace a los dotados por su magia gozosos alquimistas que han encontrado la ansiada piedra filosofal.