Ángel FIDALGO

Los vecinos y comerciantes de la Argañosa se muestran preocupados por la llegada al barrio, desde hace unos quince días, de lo que califican como oleada de inmigrantes argelinos y marroquíes, que aseguran que provienen de Cataluña. Al parecer, los inmigrantes magrebíes ocupan varios pisos de alquiler en edificios de la calle de la Argañosa, entre los números 80 y 94 de esta vía, y, según los vecinos, que prefieren mantener el anonimato, han provocado varios conflictos en la zona, además de carecer de permisos de residencia y de trabajo. Los residentes sospechan que podrían llegar con el billete de autobús pagado, como ha ocurrido con anterioridad en otras comunidades autónomas.

Una ONG que trabaja en este barrio ovetense destaca el carácter «prepotente» del grupo de inmigrantes, que en muchos casos raya la exigencia a la hora de pedir ayudas, que reclaman que sean exclusivamente de tipo económico. Si se les ofrece un trabajo, lo rechazan directamente o no acuden a las citas concertadas con los posibles empleadores.

Las organizaciones religiosas han mostrado también su extrañeza debido a que los magrebíes recurren a entidades católicas para pedir ayuda, siendo de religión islámica. No presentan ningún papel, solamente el empadronamiento que consiguieron en el Ayuntamiento.

Los inmigrantes aseguran que no hablan castellano, por lo que cuando se presentan a pedir ayudas van acompañados de un traductor de su mismo país. Luego, siempre según la versión de vecinos y comerciantes, acuden a las tiendas de la zona expresándose en español, aunque no sea correcto, a la hora de hacer sus compras.

Aunque no se han producido desórdenes públicos de importancia, en el barrio se afirma que sí ha habido conflictos por su actitud. La vida diaria de los inmigrantes la protagonizan los hombres, ya que las mujeres sólo salen de casa para recoger a los niños en el Colegio de La Ería.

Los vecinos tampoco se explican cómo si no tienen trabajo pueden vivir cada uno en su casa, ya que las familias no se mezclan, y la mayoría cuenta con automóviles. Los coches se suelen estacionar en la zona de Vallobín, en un aparcamiento que no está habilitado y que permanece vigilado prácticamente las veinticuatro horas del día por algún miembro de la comunidad de los nuevos inmigrantes.