Cecilia Bartoli abrió ayer en San Sebastián la segunda parte de su gira española con el proyecto «Sacrificium», el repertorio de música creada para «castrati» que la ha elevado a las listas de superventas, un «misterio» que atribuye al carácter popular de esas arias que entusiasmaron al público hace 300 años.

La mezzosoprano italiana, acompañada por la Orquesta La Scintilla, actuará el lunes en el auditorio de Oviedo a partir de las ocho de la tarde, en el ciclo de conciertos del Auditorio, con las localidades agotadas ya desde el pasado mes de enero. Bartoli cantará obras de Porpora, Broschi, Veracini, Vinci, Leo, Araia y Caldara. La Scintilla se creó en 1996 como un grupo especializado dentro de la Ópera de Zurich con el fin de interpretar el repertorio de los siglos XVII y XVIII con instrumentación original.

«Si esta música hablaba a la gente en el XVIII, ¿por qué no puede hablar a la gente de hoy? Necesitamos emociones como seres humanos y esta música es emoción. Habla de la historia del hombre, del amor, del odio, de la tragedia», destacó ayer la cantante. La mezzosoprano italiana considera «maravilloso» que un disco «puramente clásico» como es «Sacrificium» haya logrado tanta aceptación, que espera también conseguir con el DVD que ha grabado en su país, en el palacio real de Caserta, y que incluye las arias de la edición limitada que se hizo del álbum.

Tras el éxito obtenido en Madrid, Barcelona y Murcia en diciembre pasado, la cantante emprende ahora un segundo periplo por España, que la llevará hoy a Bilbao, el lunes a Oviedo, el 14 de abril a Santiago de Compostela, el 17 a Valladolid, el 19 a Pamplona y el 20 a Vitoria.

Bartoli reconoció entre risas que su capacidad respiratoria para meterse en voces tan complicadas como las de los «castrati» se la debe «a un diafragma» poco común, «de una cantante que practica». Y explicó que, durante su investigación para el nuevo disco, confirmó que muchas veces eran mujeres las que suplían a los «castrati» cuando éstos no podían actuar, lo que la llevó a asumir el «desafío» de acometer las arias de «Sacrificium», resultado de una cuidada selección entre las más adecuadas para su voz.

Pero su empeño no era sólo hacer una mera recopilación de música barroca sobre los «castrati», sino dar a conocer la otra cara de la moneda de una práctica que dio una música excelente, la del sacrificio de 4.000 niños al año en Italia a finales del siglo XVII y durante el XVIII, a los que se castraba para que su voz fuera clara y aguda.

«He sido la primera en contar esto como un hecho histórico tan cruel, porque detrás de esa música maravillosa había una historia horrible. Miles de niños eran castrados y sólo dos o tres conseguían la fama. Los demás acababan cantando en los coros de las iglesias o en la prostitución», señaló. El lado «triste» del fenómeno le ha impedido figurar en la carátula del disco con un aspecto «glamouroso». Por eso se decidió por un fotomontaje, en el que su cabeza aparece unida a una escultura grecorromana masculina con el sexo amputado.

La parte positiva es la musical. «Es una música que tiene fuerza, muy expresiva, con ritmo y melodías muy dulces. Va directa al corazón. Y no se habrían escrito cosas tan maravillosas si no hubiese habido cantantes tan maravillosos, como Farinelli o Caffarelli», recalcó.

Además de continuar con la presentación del disco «Sacrificium», Cecilia Bartoli tiene previsto también subir a escena en los próximos meses con dos propuestas operísticas, en Viena en septiembre, donde participará en la representación de «Semola», de Haendel, y en enero o febrero de 2011 en Zurich con «El conde Ory», de Rossini. «No canto muchísima ópera, pero una o dos en el año sí. Después están los conciertos con orquesta y también los recitales con piano. Me gusta hacer cosas diferentes», concluyó la diva italiana.