Gonzalo BENGOA

Más que un homenaje por cincuenta años de sacerdocio. La iglesia parroquial de Biedes, en el concejo de Las Regueras, se quedó ayer pequeña para acoger a unas trescientas personas que quisieron felicitar a Tirso Suárez Portal por sus bodas de oro como cura, después de que se ordenase el 3 de abril de 1960 en Mieres. En el homenaje estuvieron presentes vecinos de todas las parroquias donde ejerce o ejerció su labor pastoral.

Tirso Suárez se ocupa ahora de las parroquias de Biedes, Soto, Valduno, Valsera y Viado, todas en Las Regueras, concejo al que llegó en 1991, después de estar cuatro años en Gijón. Tras ordenarse sacerdote en Mieres, celebró su primera misa en su pueblo natal, El Remedio (Nava), en 1960. Estuvo destinado en las parroquias de Santiago y San Juan de Arenas, en Carbayín Alto, durante veintisiete años.

Todos destacaban ayer la calidad humana de don Tirso, «un hombre discreto, muy humilde, que siempre ayudó a quien lo necesitaba», según palabras de Mercedes Iglesias, de Carbayín. «Siempre fue amable con todo el mundo y desinteresado: entregando lo material a los demás», destacó también María Isabel González, natural de la parroquia de Valdano. Algo similar comentaban Alegría Álvarez y su hermana María, de Soto, quienes valoran «lo atento y servicial que siempre se muestra».

La de Tirso Suárez es «una historia compartida, siempre disponible para los demás», según contó ayer en su homilía. El sacerdote agradeció a los promotores de su homenaje «por las horas, la dedicación y el silencio para que no me enterara». Suárez mostró emocionado su agradecimiento «por el interés, cariño y el apoyo de todos».

Tirso Suárez se acordó de todas las parroquias donde ejerció su labor como sacerdote y destacó sus 27 años en Carbayín donde pasó «los mejores años de mi vida» y donde «aprendí a ser cura».

El homenaje de ayer se lo brindó a su madre, presente en la eucaristía. Le dio las gracias por «su trabajo, tesón, empuje y espíritu cristiano, casi sacerdotal». «Ella parecía el cura y yo el monaguillo», ironizó. También se acordó de sus compañeros de trabajo y de viaje «por los buenos momentos y las luchas perdidas y por hacer abierto interrogantes».

La Asociación Cultural y Recreativa «La Piedriquina», de Las Regueras entregó ayer a don Tirso el reconocimiento como «parroquiano del año». El galardón se justifica por la aportación del sacerdote a la parroquia, «por apoyarnos y dejarnos hacer». El homenaje concluyó ayer con una comida.