Abril abrileó en plan clásico, con días de sol y brisa que parecen anticipo de un verano incierto, y mañanas lluviosas como la que ahora mismo veo a través de los cristales, de las que hacen bueno eso de «son de abril las aguas mil...».

Libros son amores

Son de abril los libros, que celebran su fiesta el 23, por aquello de la coincidencia, más o menos exacta, con la fecha de la muerte de Cervantes, de Shakespeare y del Inca Garcilaso. Cervantes mantiene viva su memoria, multiplicada por mil caminos imparables e incluso a veces tópicos, en un país en el que una buena mayoría conoce el «Quijote» de oídas. Shakespeare sigue llenando los teatros, donde los hay, con la frescura de sus obras, y del pobre Inca Garcilaso apenas se acuerda nadie distinto de los que lo tienen en un tema de oposiciones.

En Oviedo se celebró el Día del Libro, con permiso de las nubes, y las librerías salieron a la calle, como caracoles, y plantaron sus tiendas del aire, llenas de color y de letra impresa, tentaciones para los sentidos, en parte por aquello de que un libro al año no hace daño. Ni uno al año ni uno al día, porque Oviedo es una de las ciudades españolas mejor servidas de librerías y eso habla muy bien de los hábitos lectores de los ovetenses, que se complementan con las bibliotecas públicas, con la Pérez de Ayala como buque insignia, y las municipales ejerciendo una buena labor en los barrios, impensable en otro tiempo. El que no lee es porque no sabe lo que se pierde.

Y este espectáculo libresco, en el buen sentido, del día 23, en el que incluso doña Ana Ozores, que debe andar harta de sí misma, se asomó a la calle Campoamor a ver el ambiente, se completará desde el 7 de mayo con LibrOviedo, que ya es un clásico en la ciudad.

Terrazas

Esa buena idea de sacar los libros a las calle es pariente cercana de la buena costumbre, en aumento en Oviedo, de llenar de terrazas calles y plazas, allí donde el tiempo y el espacio lo permiten, para disfrutar del sosiego del «dolce far niente».

Hay en Oviedo muchas terrazas, generalmente limpias y bien atendidas, un encanto más de la ciudad abierta. Disfrutemos de ellas.

Vaivenes urbanos

El sosiego de las terrazas contrasta con las múltiples movidas urbanas que nos asaltan cada día desde la prensa, animadoras de tertulias mañaneras y de chácharas a la hora del café de sobremesa, porque parece que Oviedo no es una ciudad dormida, sino que debe andar insomne, casi sin conocer ya el suelo que pisa, con miedo a levantarse una mañana, mirar a la calle y ver que ha desaparecido o que, al otro lado de la persiana, como si fuese al otro lado del espejo, se levanta un gran palacio, hueco.

Oviedo, ciudad culta

Anda ahora el personal entregado a la buena causa de la Capitalidad Cultural para Oviedo. Oviedo es capital cultural de nacimiento, con muchísimos capítulos en su historia viva que justifican esa distinción.

Todos a una, como en Fuenteovejuna, en apoyo unánime a una noble aventura, que no debe enturbiarse con maniobras entorpecedoras de quienes, como suele ocurrir, buscan siempre el resquicio de su medro particular. Y si los hados no quieren que en 2016 seamos sede de la cultura, lo seremos igual, aunque no tengamos papeles.