David ORIHUELA

Los sentimientos se agudizan en un escenario de tragedias. Es la tesis sobre la que se sustenta la novela «El violinista de Mauthausen», que el escritor Andrés Pérez Domínguez presentó ayer en Libroviedo. Una historia de amor en medio del horror nazi.

-¿Tan unidos están el amor y la guerra como para llevarlos al extremo de Mauthausen?

-Están unidos porque son cuestiones muy novelescas. En la guerra también están presentes otros sentimientos, como la traición, la lealtad o el sacrificio.

-¿Es una forma de buscar la parte buena del terror de la guerra?

-Trato de que el lector se lo pase bien y lo hago contando una historia de amor en el campo de concentración. La idea es jugar con varios elementos y llamar la atención sobre algo que tenemos olvidado.

-En Mauthausen no hay ni una sola bandera española.

-Echo mucho de menos una representación oficial. España no participó en la Segunda Guerra Mundial, pero sí los españoles, que fueron víctimas pero también participantes activos, fueron los primeros que entraron en el París ocupado y están olvidados. Si los presos de Mauthausen hubiesen sido americanos, habría 40 películas. Por el «campo de los españoles», como se le conocía, pasaron 7.500 españoles.

-Algunos lograron salir.

-Y están olvidados. Mauthausen era un campo de tercer tipo, para presos irrecuperables, y cuando llegaban les decían que de allí sólo se salía por la chimenea.

-¿Es «El violinista de Mauthausen» una novela dura?

-No, no me recreo en las torturas, en la cantera y sus 186 escalones, de los que se dice que bajo cada uno de ellos hay sangre de un republicano español. Lo que me interesa son las pasiones, escribo novelas de personajes y sentimientos, los escenarios son reales, pero me centro en los personajes.

-¿Es duro visitar un campo de concentración nazi?

-He visitado varios, y sí que es duro, pero debería ser obligatorio. Pese a los documentos, las evidencias y los testimonios, todavía queda gente que se empeña en negar el Holocausto.

-De sus cuatro novelas, tres están ambientadas en la Segunda Guerra Mundial, ¿es una obsesión?

-No, es una época histórica que me interesa mucho. En los años 30 y 40 del siglo XX los ideales estaban muy marcados, los de derechas eran muy de derechas y los de izquierdas muy de izquierdas.

-¿Como ahora, y por eso funciona el libro? (Va por la octava edición y ha vendido 45.000 ejemplares).

-Le interesa a los lectores, les gusta leer sobre la Segunda Guerra Mundial, a los que están interesados en la memoria histórica o a los que son más de novelas de intriga.

-Una novela con cuatro personajes, ¿con cuál se queda?

-Quizá con la chica, porque es el más opuesto a mí. Yo me meto en la piel de todos los personajes, pero cuando llevas bastante escrito tienes que tomar distancia. Es una paradoja que el autor se aleje para que el lector se emocione.

-Dice que la novela nació de una imagen.

-Una pareja joven bailando sin música en el metro de Viena. Me los llevé al París de los años 40. A él lo llevan a Mauthausen porque era un republicano exiliado en París; ella se convierte en espía al servicio de los nazis para salvar a su amado, y luego aparece un violinista alemán. La acción se desarrolla durante cinco años.