Nuestro problema es de competitividad, o sea, de poca educación ética y técnica; no somos rentables, consumimos más de lo que fabricamos, más bienestar de la cuenta, folgamos mucho y laboramos poco y mal. Somos demasiado felices y así el euro no remonta; la Bolsa parece una montaña rusa, se ensimisman los bancos, los empresarios plasman y, en fin, los tijeretazos van a dejarnos con el culo al aire. Sin embargo, y hablando de culo al aire, en el Bombé, junto a la fuente de las ranas, me salió al paso una puta (ignoraba yo que su colectivo se rige por el convenio de la construcción, experto en demolición de erecciones); intimamos y le pregunté si le afectaba la volatilidad del mercado, si sufría la crisis en sus carnes, y me soltó que no, que la gozaba en sus carnes y que de tener ella otro par de piernas, abriría una sucursal en el Parque del Oeste.