Comiendo con Miguel Rojo doce mejillones en escabeche (peso escurrido 72 gr.), seis él y seis yo, en un barín de Gijón, La Vaina, en la plaza del Presi, charlé con Ramón Ríos, creo que el dueño. Ramón me habló de Israel, donde vivió con una de Tel Aviv que conoció en Argentina. Me contó que los israelitas, entre curro y curro, suelen irse de año sabático por el mundo. Atinan con la esencia del equipaje, practican idiomas, asimilan costumbres (o deberían), educan su discreción, dedican nuevas miradas a la vida, aprenden a decidir en las bifurcaciones, identifican falsos dilemas... Al regresar a casa, exhiben los judíos su periplo, como una carrera más, Odiseo Técnico, y enseguida son contratados. Acá, se va uno de la empresa, lía los bártulos y cuando vuelve, para capitalizar su experiencia, no le queda otra que montar un bar. De hecho, yo sólo viajo por bares.