Chus NEIRA

«Lúa» tiene seis años y una hoja de servicios tan impresionante que le ha valido el reconocimiento a nivel nacional como la mejor de los suyos en toda España, incluidos todos los que trabajan en las Fuerzas Armadas y en los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado. «Lúa» es una pastora belga-mainois dedicada a la detección de estupefacientes en la unidad especial de guías caninos de la Jefatura Superior de Policía de Asturias, y ayer, en el cuartel de Buenavista, paseaba orgullosa la medalla que le dieron hace un mes en la Escuela Cinológica del Ejército de Tierra en Madrid.

Para David Rodríguez, su dueño y también el policía que trabaja con ella, este premio es un detalle bonito, «muy americano, porque generalmente las distinciones son para nosotros, los guías», pero también una satisfacción personal. Porque «Lúa» llegó antes de que David fuera policía. Justo antes, porque con dos meses amo y cría ya se subían todos los días al metro de Carabanchel rumbo a los cursos de formación. Y así salió. Lista como una ardilla. «Es todo cabeza», explica su dueño.

Con sólo ocho meses, una edad en la que estos animales no resultan fiables al cien por ciento, «Lúa» se empeñó en encontrar 250 kilos de hachís en un trailer del que se habían descargado 25 toneladas de naranjas sin encontrar nada. «Lúa» insistió. Y ahí estaban, escondidos junto al motor. La perra campeona, reconocida ahora como el mejor perro policía de España en 2009, ha tenido olfato para encontrar hachís sepultado en el monte o droga envuelta en azufre, pero también, y David Rodríguez pone aquí el énfasis por ser una forma de trabajo «innovadora», en el trabajo de menudeo en grandes aglomeraciones. Parece que «Lúa», en festivales de música y demás fiestas multitudinarias, se pone las botas. China a china, en 2008 sumó un total de 360 actas de decomiso.

David Rodríguez la pasó pronto de casa al trabajo, pero su «Lúa» sigue siendo la compañera perfecta para irse a la montaña, a bañarse o montar en canoa. «Es como si fuera superdotada, tan lista que si no le pones retos constantes, acaba aburriéndose».

Superada ya la mitad de su vida laboral (estos animales se «jubilan» entre los nueve y los diez años), «Lúa» ya tiene que siga sus pasos. Se llama Turco y tiene 18 meses. No es tan paciente como la madre, más bien todo lo contrario, un polvorín. Y como tal, David Rodríguez lo tiene ya a punto para empezar a trabajar en la detección de explosivos. ¡Guau!