David ORIHUELA

Han tenido que pasar por mil y una molestias y ya no aguantan más. Los vecinos del número 20 de la calle Campomanes, el edificio que hace esquina con Martínez Marina, han presentado una queja ante la Concejalía de Sanidad del Ayuntamiento de Oviedo denunciando el mal estado en el que se encuentra el bajo del edificio, donde se proyectó abrir un macro local de hostelería que nunca vio la luz.

En los últimos días han podido comprobar y fotografiar cómo las aguas fecales inundan el sótano del edificio, que albergó durante años un concesionario de Renault en el centro de la ciudad. Y lo achacan a las obras que se acometieron para adecuar el local a una discoteca, unos trabajos que fueron paralizadas por el Ayuntamiento al carecer de licencia.

La comunidad de propietarios ha remitido un escrito al Ayuntamiento en el que se denuncia «alteración de las vigas y pilares como elementos comunes, dejando al descubierto las tuberías de la calefacción central del edificio; rotura de bajantes, arquetas y tuberías de la red general de aguas fecales del inmueble, con salida al exterior de los vertidos procedentes de 32 viviendas, lo que constituye en este momento un foco de infección e insalubridad».

Los vecinos quieren una solución y no vivir encima de una charca de aguas residuales. Por eso «suplican» una intervención urgente de la concejalía para que requiera al propietario de los locales la solución del problema.

Pero precisamente uno de los escollos es la propiedad de los locales comerciales, bajos y sótanos, que suman 4.167 metros cuadrados. Los vecinos sólo tienen como referencia que las notificaciones a la propiedad deben hacerse a la agencia inmobiliaria Ática, «que es la encargada de gestionar los alquileres de dichos locales comerciales».

En realidad, el propietario es una sociedad limitada, «Ediciones Aupper», para la que se ha decretado un concurso de acreedores, al que se ha presentado la comunidad de propietarios de Campomanes 20.

Las filtraciones de agua han surgido por unas obras ejecutadas en 2007 y que según denuncian los vecinos en el escrito que han remitido al Ayuntamiento «consistieron en rebajar más de 45 centímetros el suelo de la planta baja con el fin de instalar una pretendida sala de baile para la discoteca proyectada». Al final, ni sala de baile, ni discoteca, ni restaurante en pleno centro de la ciudad. Lo que ha quedado como herencia a los vecinos es unos bajos destrozados, con tuberías al aire, con el falso techo destruido en muchas de las zonas, también para ganar altura, y con las aguas fecales de 32 viviendas brotando bajo las casas de los vecinos en pleno centro de la capital.