Pablo GALLEGO

Entre aplausos, bravos y una sensación de satisfacción general, las casi dos mil personas que llenaron ayer el Auditorio de Oviedo disfrutaron de unos «Carmina Burana» con un sabor especial. Por primera, vez, siete coros asturianos trabajaron juntos para sacar adelante dos obras espectaculares: primero, la compuesta por Carl Orff entre 1935 y 1936; después, la que nace de poner de acuerdo a más de 400 personas, entre músicos y cantantes, para que sigan una sola batuta.

La obra social de La Caixa trajo por primera vez al Principado sus «Conciertos participativos». Los «Carmina Burana», una obra de tintes épicos inspirada en textos de poemas medievales, fue la excusa para unir en el Auditorio a los «músicos de base» que componen el alma coral de Asturias. Y entre ellos, un poco por encima de los demás, a los componentes del coro de la Fundación «Príncipe de Asturias». A pesar de la unión, el escenario fue suyo -con permiso de los niños del coro infantil, pequeños profesionales que se llevaron la gran ovación de la noche-, y suya también la responsabilidad de llevar el peso vocal de la obra. Delante, la orquesta «Oviedo Filarmonía» mostró un nuevo registro -y ya son muchos-, con una interpretación enérgica y brillante, conectada en todo momento al director, Marzio Conti, responsable último del éxito final.

Los otros seis coros que compusieron estos «Carmina Burana» ocuparon buena parte de las butacas laterales de la platea. Vestidos de paisano, sin sus respectivos uniformes corales, los miembros del Joven Coro de la Fundación, del Coro Universitario, de la Coral Polifónica Gijonesa «Anselmo Solar», de la Coral Polifónica de Asturias «Cruz de la Victoria» y de la Capilla Polifónica «Ciudad de Oviedo» que estuvieron ayer en el Auditorio se crecieron para hacerse escuchar. Sobre todo en los dos «O Fortuna» que abren y cierran la obra, en el «Ave Formosissima» o en el trabalenguas para tenores, barítonos y bajos del «In taberna quando sumus», con el director de espaldas. La guinda del pastel la pusieron los tres solistas elegidos para la ocasión: el barítono Ángel Ódena, el contratenor Jordi Domènech y la soprano Milagros Poblador.

Al final, el público premió, sobre todo, el trabajo de los cantantes y de su preparador durante los ensayos, Esteve Nabona. Quizá la disposición de los cinco coros de la platea restó espectacularidad a lo que, todos en el escenario, habría sido quizá una masa coral de récord sobre el escenario del Auditorio. Tras diez minutos de aplausos y ovaciones, con parte del público en pie, la sonrisa de satisfacción de Marzio Conti y la masiva respuesta del público confirmó que las dos obras habían salido bien.