Pablo GALLEGO

En la sala de ensayos del teatro Campoamor conviven estos días cornetas, flautas de pico, violas de gamba, tiorbas, laudes y claves. Un ejército de instrumentos antiguos de los que saldrá la música compuesta por Claudio Monteverdi (1567-1643) para la ópera «L'incoronazione di Poppea», el primero de los cinco títulos que componen la temporada número sesenta y tres de la Ópera de Oviedo. Con el patrocinio de LA NUEVA ESPAÑA, la música antigua llega por primera vez al Campoamor. Y lo hace en las manos del director estadounidense Kenneth Weiss y del grupo asturiano «Forma Antiqva». Los hermanos Aarón, Daniel y Pablo Zapico debutan en la temporada de ópera dispuestos a mostrar la «modernidad» de las tres horas y media de música que encierra la historia de Nerón y Popea.

Junto a otros trece músicos, los hermanos Zapico comandan un proyecto en el que empezaron a trabajar «hace más de dos años». «En la partitura hay muy poco», apunta Pablo Zapico, «pero en ella se intuyen cosas grandísimas». Todo un «catálogo de afectos» con los que Monteverdi pretendió transmitir las emociones que conducen a Popea al trono de Roma. Entre recitativos y arias, el compositor muestra una amplia paleta de sentimientos humanos, «de la ira a la resignación, pasando por el amor, que es el verdadero responsable de lo que sucede en la historia», subraya el director neoyorquino. «No conozco ninguna otra ópera tan sensual como ésta».

Para Weiss, también es su primera «Poppea». Alumno de Gustav Leonhardt en Amsterdam (Países Bajos) y profesor en el Conservatorio de París, Weiss ha preferido acercarse a la partitura de Monteverdi a través del libreto escrito por Busenello. «Es muy interesante ver cómo Monteverdi ajusta la música a las palabras y las dota de vida», afirma Weiss. Y de las dos versiones que han llegado hasta nuestros días, la veneciana y la de Nápoles, Weiss ha elegido la segunda. «Su música es mejor, más cercana a lo que les ocurre a los personajes».

Desde el estreno de «L'incoronazione di Poppea» en 1642 -en el teatro Santi Giovanni e Paolo de Venecia- hasta su llegada a Asturias el próximo sábado, han pasado 368 años. Casi una eternidad si se observa cómo ha cambiado la música desde entonces. «A pesar de ello esta partitura cuenta una historia increíblemente moderna», afirma Weiss. También la música de Monteverdi lo fue para la época en la que se compuso esta ópera. «L'incoronazione di Poppea» cambió el mundo musical de su tiempo, según Weiss, porque fue «la primera obra en la que los protagonistas no eran los dioses, sino los hombres». Y «Pur ti miro», el dúo entre Popea y Nerón que cierra la obra, se convirtió para el clavecinista «en una de las piezas más maravillosas de toda la música del siglo XVII, por eso es tan importante que pueda escucharse aquí».

El estreno en Oviedo de «L'incoronazione di Poppea» ha reunido a un grupo de intérpretes llamados a llevar la música antigua y barroca a otro nivel. Un repertorio con ingredientes «únicos» y que debe llegar «a cuanta más gente, mejor».

El director se pone serio a la hora de valorar si en el panorama operístico actual el apartado musical se ve, muchas veces, perjudicado por las decisiones de algunos directores de escena. «Sí, por supuesto», afirma tras meditar la respuesta. «No se trata de saber cuál de los dos egos manda, si el del director musical o el del teatral», añade, «sino de contar juntos una misma historia». En este caso, el ascenso de Sabina Popea al trono de Roma con la complicidad del Amor.

«Mi encuentro con Emilio Sagi -responsable escénico de este título- ha sido muy reconfortante», reconoce con cierta sensación de alivio. «Nuestro trabajo consiste en transmitirle algo al espectador», explica Weiss, «y al mismo tiempo que respeta la historia, Sagi es capaz de darle una nueva luz, hacerla protagonista de un nuevo lugar y de un nuevo siglo». Ante la posibilidad de una situación distinta, el director se muestra tajante: «Si el director no encuentra en la obra original estímulos suficientes y cree necesario inventárselos, entonces debería elegir otra obra».

Mientras avanzan los ensayos, «Forma Antiqva» construye su primera ópera «a partir de un guión del que sólo está escrito un 10 por ciento», señala Aarón. Con 32 años, es el mayor de los Zapico, y a los nervios por el estreno se suma el inminente nacimiento de su primer hijo: «Si no es hoy, mañana», afirma pendiente del teléfono móvil. Mientras, sus hermanos, con 27 años, cambian sus habituales camisetas rockeras por una camisa azul antes de posar para la fotografía que ilustra el reportaje. «La imagen es importante», aclaran.

Cuando empezaron a tocar música en su Langreo natal, sin ningún apoyo institucional, parecía difícil llegar al puesto que ocupan hoy. Calificados por la crítica especializada como la «cabeza visible» de la música antigua hecha en España, con otro disco («Concerto Zapico») a punto de salir al mercado y otros dos en perspectiva. «Los músicos de nuestra generación tuvieron que formarse fuera, así que somos muy conscientes del deber pedagógico de nuestro trabajo», afirma Aarón. Tras la Academia de Música Antigua de Gijón, ahora se hará cargo de la enseñanza del clave en el nuevo plan de estudios del Conservatorio Superior de Oviedo.

A punto de empezar de nuevo el ensayo, Weiss reconoce que esta ópera le gusta porque es «distinta», porque «ganan los malos», añade con una sonrisa. Nerón repudia a Octavia, provoca la muerte de Séneca y convierte a Popea en emperatriz de Roma, porque «es el amor el que decide cómo acaba la historia». Por eso Weiss no duda del éxito de un estreno cuidado al detalle. «Al final, los seres humanos respondemos hoy a los mismos estímulos que hace 400 años».