Le preocupaba al apasionado Gilbert Deflo, director de escena de «Il Trovatore», el escenario desnudo del Campoamor, y se cuidó de que los personajes lo llenaran con arias, sogas y una buena interpretación ante los telones de seda y la luz de luna. «¡Es una tragedia griega!», le oí decir, aunque parecía espartana. Más coro, le hubiera pedido yo a Verdi; que desarrollara el «Chi del gitano» con la zingarella, la forja y los martillazos en el yunque, y se agradece la exhibición del abanderado que hace flamear con brío la enseña azul ante el impresionante tutti del Coro de la Ópera y la orquesta, que, dirigidos por Julian Reynolds, interpretan el conocido «Squilli, echeggi». Pero eso, en tiempos de recortes, hemos de acostumbrarnos al minimalismo y a la abstracción. Cualquier tarde escucharemos el aria «Dame papel p'al tabaco que voy pedite, que dejé las cerillas en casa».