Joana Amendoeira es una de las «divas» que participan en el primer ciclo «Noches de fado». La cantante actuará mañana, a las ocho y media de la tarde, en el teatro Filarmónica (20 euros). Joana Amendoeira nació en Santarem el 30 de setiembre de 1982. A los doce años participa por primera vez en la Gran Noche del Fado de Lisboa, y recibe grandes elogios del público y del jurado Un año después vuelve a participar en el evento, en esta ocasión en Oporto, y se alza con el premio de interpretación femenina. Amendoeira llega a Oviedo para presentar por primera vez en España su último trabajo discográfico, «Setimo fado».

-¿Qué hay en este «Setimo fado» que nos presenta en Oviedo?

-Es un trabajo el que continúo con un pie en la tradición y otro en la modernidad. Para mi es muy importante preservar la tradición y las viejas melodías para lograr hacer cosas nuevas. El disco lo componen 17 temas, historias que cuentan sensaciones de la experiencia de cada uno. Trece de ellas son fados originales y cuatro son fados tradicionales revisados por nosotros y con letras nuevas. Al talento de los músicos con los instrumentos tradicionales del fado hemos sumado otros nuevos, como el piano y el violoncello. Estoy muy contenta con los arreglos que han hecho juntos los músicos y los autores. Creo que este es mi mejor disco hasta ahora. Todo esto lo presentaremos mañana en Oviedo con toda nuestra entrega y alma.

-¿Siente que ha logrado unir a la perfección la tradición fadista con la innovación del género?

-Pienso que he conseguido, con naturalidad, preservar la tradición del fadista que tengo en mi alma y en mi voz. Como nací con el fado siento que tengo libertad para hacer algunas experiencias, sin desvirtuar el universo del fado. Yo busco ser fiel a mi verdad como fadista. He cantado con músicos de otros géneros, con orquestas y los hemos ensamblado con el fado y con mi voz, y nos ha servido para enriquecernos con toda su sutileza.

-¿Qué es lo más importante a la hora de cantar fado?

-Sentir realmente lo que se está cantando, vivir cada palabra como si fuese parte de mi propia vida. Sólo la magia del fado logra despertar emociones inexplicables, un respingo en la piel, incluso en aquellos que no entienden portugués.

-Técnica o sentimiento, ¿existe una cosa sin la otra?

-Estos dos elementos no se deben separar en ningún tipo de arte, y en el fado tampoco. La técnica del fado es muy natural e intuitiva, se trata de sentir el poema y la música porque en el fado no existen escuelas, la verdadera escuela es la herencia que hemos recibido de muchos fadistas a través de sus conciertos y sus discos.

-¿No le resultó muy difícil cantar fado cuando apenas era una niña de 12 o 13 años?

-El fado entró en mi vida cuando tenía tan solo seis años, y lo hizo de una forma tan natural que la evolución del fado fue simultánea a mi crecimiento como persona. A esa edad no podría cantar cosas muy profundas y determinadas músicas, pero me ayudaron a elegir las más adecuadas a mi edad. A los 12 o 13 años me fascinaban las melodías y la interpretación de las palabras llegó más tarde, con la madurez de mi voz.

-Enrique Morente, uno de los grandes del flamenco, comparó lo que él hacía con la tonada asturiana. ¿Conoce la música tradicional asturiana?

-Por desgracia no la conozco, pero nada más llegar a Oviedo voy a investigar para redimir ese fallo en mi cultura musical.

-Estas músicas tan de la tierra, tan profundas, ¿son difíciles de exportar a otros países?

-No porque cada vez hay más interés en conocer las raíces de todas las culturas. En el caso del fado, en la última década y gracias a la aparición de una nueva generación con mucha garra e iniciativa, el fado se ha internacionalizado cada vez más, porque esta es la música de las grandes pasiones.

-Formaciones como Madredeus lograron dar a conocer la música portuguesa en otros países, pero se les criticó por no hacer realmente fado.

-Estos grupos o proyectos que tienen sus raíces en el fado tienen mucho valor y en especial Madredeus, en sus más de 20 años de existencia, han sido importantísimos para divulgar la cultura portuguesa. Es como el grupo Deolinda, que está haciendo cosas muy interesantes inspiradas en el fado. Lo que no apruebo es que se presenten estas cosas como fado cuando no lo es. Hay muchos promotores extranjeros que lo hacen, pero el público reconoce cada vez más las diferencias.

-Fuera de Portugal el fado se considerada una música muy melancólica, que no triste. ¿Le parecen bien estas etiquetas?

-Es cierto que a veces el fado se califica de música melancólica, triste y nostálgica, que tanto caracterizó al pueblo portugués, pero eso es reducir extremadamente una expresión musical tan extensa e intensa como el fado. El fado canta todas las sensaciones e historias de la vida. El fado es vida, y la vida no sólo son tristezas o alegrías, tiene sus matices.

-¿Qué queda por hacer en el fado?

-A mis 28 años aún tengo mucho que aprender, evolucionar y experimentar con el fado, que es un género en constante evolución. Aún tengo muchos sueños que cumplir y otros que ahora mismo ni me imagino. Soy muy feliz cada vez que me siento apasionada por el fado o descubro otras músicas y nuevas interpretaciones. Espero tener la ocasión de madurar mi arte personal y poder dejar una contribución de valor a la historia del fado.